Al tomar decisiones apresuradas, sin tener en cuenta todos sus efectos, parece que el presidente López Obrador emula a Francisco Villa, a quien atribuye la frase “fusílenlo, después averiguamos”.
En su búsqueda de cambios para mejorar, que celebramos, que ha tomado decisiones precipitadas que pueden tener efectos contrarios y terminar, como dice un dicho popular, de los que le gusta usar, que “salga más caro el caldo que las albóndigas”, como puede suceder con la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la construcción del Tren Maya y la refinería, entre otros proyectos.
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