Gobierno y empresarios

El objetivo del empresario es maximizar utilidades, lo cual se justifica si lo consigue a partir de aumentos en productividad (capacidad para hacer más con menos) y competitividad (capacidad para, en términos de precio, calidad y servicio, hacerlo mejor que los demás), participando en mercados lo más competidos posible, mismos que se consiguen si el gobierno permite que todo aquel que quiera participar en algún sector de la actividad económica, produciendo bienes y servicios, o en algún mercado de la economía, ofreciéndolos, pueda hacerlo. El trato del gobierno debe ser el mismo para todos.

Cuando el trato que el gobierno le brinda a los empresarios es desigual surge el capitalismo de compadres, siendo reprobable, no el capitalismo, sino el compadrazgo, por lo que hay que evitar lo segundo no lo primero.

El capitalismo de compadres consiste en el contubernio entre el poder político y el económico, por el cual el primero, a cambio de la incondicional del segundo, le concede privilegios que le permiten al empresario, entre otras opciones, hacer negocios sin tener que competir. El ejemplo clásico es el del gobierno otorgando contratos, no al empresario capaz de proveerlo al menor precio posible, sino al compadre, al favorito en turno, al que se le debe algún favor del pasado o del que se espera el pago de algún favor en el futuro.

Para evitar el capitalismo de compadres se inventaron las licitaciones, que generan competencia entre quienes pueden proveer al gobierno, para que éste elija a quien sea capaz de hacerlo, cumpliendo con las especificaciones de cada caso, al menor precio posible, tal y como debe ser, de entrada, por consideración a los contribuyentes, a quienes se obliga a pagar por ello.

Lo ideal es que, desde la compra de útiles de oficina, hasta la contratación de obra pública, se realice mediante licitaciones, que deben ser públicas y publicadas, de tal manera que cualquier interesado pueda seguirlas o consultarlas. Si se cumplen estas condiciones cualquiera, incluso familiares, amigos o compadres del presidente tienen derecho de participar.

Lo anterior viene a cuento porque Miguel Rincón, compadre de AMLO, ganó la licitación para venderle papel al gobierno para la edición de los libros de texto, lo cual generó críticas y reclamos, ante los cuales AMLO decidió cancelar dicho contrato, mismo que, si hubo licitación, y fue limpia, y bien ganada por Rincón, no tiene por qué cancelarse.

Tan Estado de chueco es que el gobierno compre y contrate sin licitaciones como que, si la licitación tuvo lugar con todas las de la ley, el contrato sea cancelado.

En el caso del compadre de AMLO la pregunta es si la licitación se llevó a cabo con todas las de la ley, pregunta que debería poder responderse consultándola. Esta consulta, ¿es posible?

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Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .