El objetivo del empresario no es solamente obtener utilidades sino maximizarlas, lo cual consigue vendiendo al mayor precio posible, que es el máximo precio que el consumidor está dispuesto a pagar dada su apreciación, que es la combinación de lo que quiere, en función de lo que necesita, y de lo que puede, en función de su poder adquisitivo.
Si una empresa no tiene competencia el empresario estará en condición de cobrar el mayor precio que el consumidor esté dispuesto a pagar, maximizando su utilidad. ¿De qué manera puede un empresario lograr el monopolio? De dos. Primera: por competitividad, lo cual supone que por su capacidad para ofrecer a menor precio y/o con mayor calidad y/o con mejor servicio que sus competidores, y sin ningún privilegio otorgado por el gobierno, el empresario sacó del mercado a sus competidores. Segunda: por algún privilegio, otorgado por el gobierno, que reduce o elimina la competencia. Reduce, ejemplo: se prohíbe la importación del bien que le hace competencia, permitiendo solamente la competencia de los productores y oferentes nacionales. Elimina, ejemplo: el gobierno le otorga al empresario el monopolio de la producción y oferta del bien del que se trate, por lo cual no enfrenta competencia, ni extranjera, ni nacional. Si un empresario no puede lograr el monopolio por competitividad, ¿qué opción le queda? Conseguirlo por concesión gubernamental.
Las reflexiones anteriores vienen a cuento porque debemos preguntarnos qué buscan los empresarios cuando se acercan a los políticos, sobre todo en tiempos de campañas electorales (ejemplo: Alfonso Romo y Andrés Manuel López Obrador). ¿A cambio de qué el empresario se compromete con el candidato? ¿Qué es lo que un político, si llega al poder, puede hacer por un empresario, quien tiene el interés de maximizar sus utilidades, para lo cual le conviene vender al mayor precio posible, para lo cual le viene bien no tener competencia o enfrentar la menos posible?
Cito una de las frases más famosas de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith: “Comerciantes del mismo rubro rara vez se reúnen, incluso para entretenimiento y diversión, sin que la conversación termine (…) en alguna estratagema para aumentar los precios”. Hoy diríamos: sin que se pongan de acuerdo para realizar prácticas monopólicas, que les permitan obtener mayores utilidades.
Parafraseo a Smith: “Empresarios y políticos rara vez se reúnen, incluso para entretenimiento y diversión, sin que la conversación termine en algún acuerdo que les permita a los primeros incrementar los precios”, acuerdo que supone el otorgamiento de algún privilegio del político al empresario, privilegio que al segundo le supone menor o nula competencia, y que se otorga en el marco del capitalismo de compadres, el crony capitalism.
¿A cambio de qué un empresario se compromete con un candidato? ¿De nada?
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