La miseria y las injusticias son consideradas por muchos analistas como las principales causas del levantamiento armado en Chiapas. En Chiapas hay miseria, atraso y existen injusticias. Y, como en muchos lugares de la República, funcionarios mediocres, corruptos y arbitrarios.
Esa situación facilitó la organización y proliferación de los insurrectos. Sin embargo, nos llevaría a conclusiones equivocadas y, por lo tanto, a recomendaciones erróneas, pensar que el problema armado es fundamentalmente causa del atraso y de los malos gobernantes de Chiapas o de la baja inversión federal en la región.
Es cierto, el atraso permitió penetrar a la insurrección y los gobernantes mediocres y corruptos les facilitaron ganar simpatías entre muchos sectores de la población, pero no radican en esos factores las principales causas del movimiento armado.
Por Chiapas han desfilado una gran cantidad de activistas de diversas nacionalidades que durante varios años, con el apoyo de los llamados teólogos de la liberación, formaron cuadros para integrar lo que bautizaron como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
El conflicto no estalló el 1 de enero del 94 como una respuesta a la miseria y a los malos gobernantes, sino como un medio de presión política para debilitar al grupo salinista y contrarrestar las expectativas positivas internacionales de inversión, que se abrían para México con la entrada en vigencia ese día del TLC.
También para crear posibilidades a los grupos de izquierda de ex priistas, ahora en la oposición o desempleados, de ganar espacios políticos en el próximo gobierno, al presentar el conflicto como el resultado de las políticas “Neoliberales Salinistas”.
Lo sucedido en Chiapas quizá le haga ver al gobierno la necesidad de designar mejores funcionarios en los estados. Y que el partido en el poder, el PRI, eleccione como candidatos a gobernadores, no a los amigos del presidente, aunque sean ineficientes y desconocidos en la entidad, sino a personas honestas y comprometidas con el grupo social donde buscan gobernar.
En muchos estados de la República han sido colocados como gobernadores, políticos prácticamente desconocidos en la entidad. Y una vez gobernadores, buscan principalmente enriquecerse y hacer negocio junto con toda la camarilla que los rodea, quedar bien con el centro y en último término hacer algo por el estado que les dieron para gobernar.
En mis viajes a diversos estados de la República la queja constante es el enriquecimiento de los gobernadores, familiares y sus más cercanos colaboradores: ranchos, residencias, constructoras, etc. Esas situaciones facilitan el camino a cualquier grupo que busque una insurrección.
El gobierno equivocadamente piensa que gastando más dinero en Chiapas va a solucionar el problema. Falso, la violencia organizada no fue producto del atraso, aunque les facilitó el camino.
La solución no es aventar dinero a manos llenas en Chiapas de aquí a las elecciones para acallar o comprar conciencias, sino correr el riesgo de un juego democrático y nombrar mejores funcionarios en la región y en todo México. Mejorar la administración de justicia y desburocratizar al estado.
La violencia de Chiapas iniciada el 1o de enero, aunque claramente artificial, no exculpa al gobierno de lo ahí sucedido. Pero un análisis erróneo de las causas y objetivos del movimiento armado violento, puede llevarnos a soluciones equivocadas.
Luis Pazos – @luispazos1 – lpazos@prodigy.net.mx
Conferencista y analista de temas económicos, políticos y sociales