El objetivo de la economía, comenzando por la producción de bienes y servicios (que es el medio), y terminando con el consumo de satisfactores (que es el fin), debe ser el bienestar de las personas, que está en función de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponen para poder satisfacer necesidades. La gran mayoría de esos satisfactores deben comprarse, debiéndose pagar un precio, debiéndose generar ingreso, debiéndose trabajar, debiéndose crear puestos de trabajo, debiéndose invertir directamente, debiéndose tener confianza para hacerlo, misma que depende, para empezar, del Estado de Derecho, que en México se ha enchuecado gravemente.
Esta es la secuencia lógica: confianza para invertir directamente = inversiones directas = puestos de trabajo = ingresos = compras de satisfactores = consumo = satisfacción de necesidades = bienestar. O mejor: mayor confianza para invertir directamente = más inversiones directas = más puestos de trabajo = más ingresos = más compras de satisfactores = más consumo = más satisfacción de más necesidades = mayor bienestar. No hay otra manera de lograr bienestar o mayor bienestar.
Todo empieza por la confianza que tengan los empresarios, nacionales y extranjeros, para invertir directamente, confianza que en México deja mucho que desear. Así lo muestra el Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa, de la consultoría A.T. Kearny, que incluye a los 25 países más confiables para invertir directamente, inversiones directas que producen bienes y servicios, crean empleos, generan ingresos, contribuyen al bienestar. Repasemos cómo le ha ido a México.
Entre los 25 países más confiables para la inversión extranjera directa, en 2013 México ocupó el lugar 9; en 2014 cayó al 12; en 2015 regresó al 9; en 2016 bajó al 18; en 2017 subió al 17; en 2018 repitió el 17; en 2019, primer año de la 4T, cayó al 25. Entre 2020 y 2023 México salió de la lista. En 2024 regresó y ocupó el lugar 21 para bajar, en este 2025, al 25, muy lejos de los lugares que ocupó antes del inicio, en 2019, de la 4T (9 el mejor, en 2013 y 2015; 18 el peor, en 2016).
¿Cómo nos fue, en materia de inversión extranjera directa (IED), en 2024, cuando México ocupó el lugar 21? La IED se divide en tres: nuevas inversiones (NI), reinversión de utilidades (RU), y cuentas entre compañías (CEC), siendo la más importante, para medir la confianza de los empresarios, las NI.
En 2024 del total de IED solamente el 8.6% fueron NI. El 77.9% fueron RU. El 13.5% restante fueron CEC. En 2024, en comparación con 2023, las NI resultaron 39.3% menores; la RU resultó 7.8% mayor; las CEC fueron 8.3% mayores. ¿Dónde estuvo el problema? En primer lugar en la NI, pero también, analizando lo que pasó trimestre tras trimestre, en la RU.
Este fue el monto, en millones de dólares, de la RU durante los cuatro trimestres de 2024. Primero: 27,838. Segundo: 3,620 (87% menos que en el anterior). Tercero: menos 1,108. Cuarto: menos 1,640 (48% más que en el anterior). Pasamos de cada vez menor reinversión de utilidades, en los dos primeros trimestres, a cada vez mayor desinversión de utilidades, en los dos últimos, todo ello ocupando, en el Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa, el lugar 21. ¿Qué pasará este 2025, habiendo caído a la posición 25, la última de la lista?
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