Las dos preguntas

Más de uno se estará preguntando, ante los preocupantes resultados en materia de crecimiento económico, ¿por qué debemos crecer más y cómo lograrlo?

¿Por qué debemos crecer lo más posible? Para responder tengamos en cuenta, en primer lugar, que el crecimiento se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios para el consumo final, el Producto Interno Bruto, con los cuales satisfacemos nuestras necesidades. En segundo lugar, tengamos presente que el problema económico de fondo es la escasez, el hecho de que no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis, y que una de las condiciones necesarias, no para eliminarla, pero sí para minimizarla, es que se produzca la mayor cantidad posible de bienes y servicios o, dado que ésta es la variable que mide el crecimiento, que la economía crezca lo más posible.

¿Por qué debemos crecer más? Para minimizar la escasez.

¿Qué se debe hacer para crecer lo más posible? Para responder, dado que el crecimiento se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, preguntémonos ¿de qué depende dicha producción? De la inversión directa, que es la que produce bienes y servicios, crea empleos y les permite, a quienes obtienen esos puestos de trabajo, generar ingresos. ¿De qué depende la inversión directa? De la competitividad del país, de su capacidad para atraer, retener y multiplicar inversiones directas. ¿De qué depende la competitividad de una nación? De qué tan segura y confiable sea para que los empresarios, de quienes dependen esas inversiones, decidan invertir para producir satisfactores, crear empleos y generar ingresos.

¿Qué debe hacerse para que la economía crezca lo más posible? Invertir directamente lo más posible.

En todo lo anterior, ¿qué papel debe jugar el gobierno? Incentivar, ¡correctamente!, las inversiones directas, lo cual se logra haciendo valer, en el ámbito de la economía, el Estado de Derecho, recociendo plenamente, definiendo puntualmente y garantizando jurídicamente los derechos de los empresarios, a la libertad para producir, ofrecer y vender, y a la propiedad sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender bienes y servicios, derechos que en México se ven amenazados, de entrada, por el capítulo económico de la Constitución, que hace posible, en contra de la libertad individual para emprender, la planificación gubernamental de la economía (Art. 25) y, en contra de la propiedad privada sobre los medios de producción, la expropiación de la los mismos con la única condición de que el Congreso los defina como estratégicos (Art. 28).

La economía mexicana no es lo suficientemente segura y confiable para las inversiones directas, de entrada, por el capítulo económico de la Constitución.

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Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .