Hay quienes creen que el problema es el adjetivo –socialista o comunista, reformista o revolucionaria, democrática o monocrática, constructiva o destructiva, tolerante o intolerante, moderna o vieja– y no el sustantivo –izquierda–. Creen que el problema es el cocinero y no la receta. Lo estamos viendo con el triunfo de Boric en Chile y pongo de ejemplo este tuit de Enrique Krauze: “Boric tiene una oportunidad histórica: mostrar que es posible una izquierda constructiva y tolerante, acorde con la gran tradición republicana de Chile”, o este otro de Gonzalo Hernández Licona: “Ojalá que un día gane en México un presidente de izquierda moderna, que se preocupe tanto de la igualdad como de la eficiencia económica”.
No, el problema no es el adjetivo, el problema es el sustantivo, y lo es porque la izquierda, cualquiera que sea, no reconoce los derechos de las personas, comenzando por el derecho a la libertad individual y a la propiedad privada, tal y como es el caso, tanto de la izquierda socialista, como de la comunista, las dos grandes divisiones de la izquierda.
Los socialistas creen que las necesidades insatisfechas de Juan le dan derecho a parte del producto del trabajo de Pedro, y que el gobierno tiene la obligación de hacer valer ese derecho por medio de la redistribución del ingreso, quitándole a Pedro lo que, por ser producto de su trabajo, es de Pedro, para darle a Juan lo que, por no ser producto de su trabajo, no es de Juan, lo cual es expoliación legal, que viola el derecho a la propiedad privada de Pedro sobre sus ingreso, sobre el producto de su trabajo. ¿Habrá algún político que no esté a favor de la redistribución gubernamental del ingreso, que no sea socialista? Gobernar es sinónimo de redistribuir. Socialismo puro y duro.
Los comunistas creen que los medios de producción deben ser propiedad del gobierno, por lo que están a favor de su expropiación, que viola el derecho a la propiedad privada sobre los mismos y, dado que la propiedad privada de los medios de producción es la condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual para producir, ofrecer y vender, viola también el derecho a la libertad individual.
La izquierda, socialista o comunista, es propia del Estado de chueco, en el que los derechos de las personas no están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados, Estado de chueco que es la antítesis del Estado de Derecho.
En términos generales la izquierda se divide en socialista y comunista, la primera en contra del derecho a la propiedad privada sobre los ingresos, la segunda en contra del derecho a la propiedad privada sobre los medios de producción, lo cual es propio del Estado de chueco. Y eso, Estado de chueco, es la izquierda, al margen de cualquier adjetivo.
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