Según la información del Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza al cuarto trimestre de 2017, elaborado por el Coneval, “el poder adquisitivo del ingreso laboral disminuyó 2.5 por ciento entre el cuarto trimestre de 2016 y el cuarto trimestre de 2017”, a lo cual hay que agregar que “el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria aumentó de 4.00 a 41.00 por ciento entre el cuarto trimestre de 2016 y el cuarto trimestre de 2017”.
¿Qué tenemos? Un doble problema con el ingreso laboral. Primero, la pérdida de su poder adquisitivo. Segundo, su insuficiencia. El reto es doble: que el ingreso laboral no pierda poder adquisitivo (lo ideal es que lo aumente, para lo cual se necesita deflación, para lo cual tendría que replantearse todo el sistema monetario), que aumenten los ingresos laborales.
Lo primero que se necesita para que el ingreso laboral no pierda poder adquisitivo es que el Banco de México abandone la meta permanente de inflación del 3 por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error, y establezca la meta de 0 por ciento, atendiendo a la Constitución, en cuyo artículo 28 leemos que la tarea prioritaria del banco central es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, lo cual debe entenderse como preservar el poder adquisitivo del peso, lo cual supone, para empezar, que la meta de inflación sea 0 por ciento, algo que, hasta ahora, las autoridades monetarias no han estado dispuestas a hacer.
Para lograr que el ingreso laboral aumente se requiere, en primer lugar, una mayor productividad de parte de los trabajadores, que les permita producir más con menos y, en segundo lugar, dado que el aumento en la productividad es condición necesaria, pero no suficiente, para que aumenten los salarios, se necesita que la demanda de trabajo de parte de los empleadores sea mayor que su oferta de parte de los trabajadores. Para conseguir esto último hace falta que directamente se invierta más de lo que se viene invirtiendo. ¿Por qué? Porque la inversión directa es la que produce bienes y servicios, crea empleos, y le permita, a quienes obtienen eso puestos de trabajo, ¡dado que a la genta se le paga por trabajar!, generar ingresos.
Para que aumente la productividad del trabajo se requiere una mayor y mejor formación de capital humano, que es el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que le permiten a la persona trabajar de manera más productiva, formación de capital humano que depende, de entrada, de la educación, que en México deja mucho que desear. Si lo sabré yo que, como profesor universitario, veo cómo llegan los alumnos a la universidad.
Es preocupante, por no decir vergonzoso, que el 41 por ciento de la población que genera ingreso laborales, no sea capaz de generar un ingreso que le permita lo más básico de lo básico: comprar la canasta alimentaria. ¡Vergonzoso!
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