“No veo amenaza de recesión. ¿Por qué no dicen que el peso es la moneda que más se ha fortalecido en el mundo con relación al dólar en este tiempo? ¿Por qué no dicen que hay menos inflación que antes?”, preguntó AMLO hace unos días, muestra de que no sabe qué es una recesión.
Bien pueden convivir la apreciación del peso frente al dólar (del 6.5 por ciento en lo que va del sexenio) y la disminución de la inflación (que pasó de 4.72 a 3.95 por ciento en lo que va del gobierno de AMLO) con la recesión, reducción en la inflación y apreciación del tipo de cambio que no son mérito del gobierno sino del Banco de México, que es el banco central del Estado mexicano, autónomo frente al gobierno.
La definición canónica (paradigmática, diría Thomas Kuhn), señala que una economía está en recesión cuando suma dos trimestres consecutivos con un crecimiento negativo del Producto Interno Bruto, PIB, que es la producción de bienes y servicios para el consumo final, recesión que no hay que confundir con desaceleración, definida, o como menor crecimiento, o como mayor decrecimiento del PIB, desaceleración que no está en duda.
Comparando cada trimestre con el trimestre anterior, tenemos que durante los tres últimos (tercero y cuarto de 2018 y primero de 2019) el PIB creció 0.7, 0.0 y menos 0.2 por ciento, confirmándose la desaceleración de la economía. La pregunta es si durante el segundo trimestre de 2019 se mantuvo el crecimiento negativo del PIB, con lo cual se confirmaría la recesión. La respuesta la tendremos el 31 de julio cuando el INEGI de a conocer la Estimación Oportuna del PIB para el segundo trimestre.
Por lo pronto, el pasado viernes el INEGI publicó el comportamiento de la actividad industrial en mayo y estos son los resultados.
En términos anuales (comparando mayo de 2019 con mayo de 2018), la actividad industrial decreció 3.1 por ciento: menos 8.9 la minería; 1.6 la generación, transmisión y distribución de electricidad, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final; menos 9.0 la construcción; 0.4 la industria manufacturera.
En términos mensuales (comparando mayo con abril), la actividad industrial decreció 2.1 por ciento: menos 1.3 la minería; menos 0.6 la generación, transmisión y distribución de electricidad, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final; menos 6.2 la construcción; menos 0.2 la industria manufacturera.
Los datos anteriores muestran que pueden convivir la apreciación del tipo de cambio y la reducción de la inflación con la desaceleración y el decrecimiento de la actividad económica (medida por la producción de bienes y servicios), por lo que lo primero no debe usarse para minimizar o negar lo segundo, tal y como lo hace AMLO.
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