Ya se publicó el más reciente libro de AMLO, cuyo título es Hacia una economía moral, buen pretexto para reflexionar en torno a la relación de la moral con la economía.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que en español la palabra economía tiene dos ascepciones. La primera hace referencia a la actividad económica (producción, oferta y venta de bienes y servcios; demanda, compra y consumo de satisfactores), y la segunda a la ciencia económica, cuyo objeto de estudio es la conducta de los agentes económicos, la actividad económica, desde la producción hasta el consumo, con la intención de descubrir, entender y respetar relaciones causa – efecto.
La ciencia económica pertenece al mundo de lo descriptivo, de lo que es, y su fin es descubrir, entender y respetar relaciones causa – efecto con el fin de lograr, en materia de economía, los mejores resultados posibles, por ejemplo, no poniendo en práctica políticas económicas equivocadas, que son las que no respetan dichas relaciones causa – efecto. En este caso nos encontramos en el mundo de lo descriptivo, el mundo de la ciencia.
La actividad económica pertenece al mundo de lo prescriptivo, de lo que debe ser, y lo que debe ser, para que la economía funcione lo mejor posible, es que los agentes económicos, tanto por el lado de la producción, oferta y venta, como por el de la demanda, compra y consumo, actúen de manera moral, cumpliendo con su palabra, algo que se comprende bien al considerar las relaciones de intercambio entre compradores y vendedores: el vendedor no debe dar gato por liebre y el comprador debe pagar la liebre que compró. En ambos lados aparece el verbo deber. En este caso estamos en el mundo de lo prescriptivo, el mundo de la moral.
La relación moral – economía se da, no en el mundo de la ciencia económica, que es un mundo positivo, en el que lo que importa es lo que es, no pudiendo ser de otra manera, sino en el mundo de la actividad económica, que es un mundo normativo, en el que lo que importa es lo que debe ser, pudiendo ser lo que es de otra manera, por lo que sí tiene sentido escribir un libro sobre la moralidad de la actividad económica, sobre la conducta de los agentes económicos, pero no sobre la moralidad de la ciencia económica, sobre las leyes, los principios y la lógica de la economía. La ciencia no tiene moral, lo cual no quiere decir que los científicos no deban actuar moralmente, lo que nos lleva a considerar la moralidad con la que deben actuar los economistas, sobre todo los hacedores de políticas económicas, moralidad que consiste, principalmente, en respetar las leyes, los principios y la lógica de la economía, ya que de no hacerse los resultados de esas políticas serán contraproducentes, como lo están siendo en México, y como lo seguirán siendo si no se respetan.
No he leído el libro de AMLO (¿cuál es el costo de oportunidad de hacerlo?) y me pregunto cuál de las dos aceptaciones de la palabra economía es la que relaciona con la moral, recordando que, tal y como lo dijo alguna vez, pretende reemplazar al neoliberalismo con la economía moral, lo cual puede resultar contraproducente, sobre todo si lo que se ha hecho en el primer año de su gobierno es muestra de su economía moral, que no es moral, ni mucho menos economía.
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