AMLO ha dicho que, de tener tiempo, escribirá un libro sobre economía moral, en el cual explicará la diferencia entre el modelo neoliberal y el suyo.
La intención de AMLO es motivo para reflexionar sobre la relación entre economía y moral.
En español la palabra economía tiene dos significados. Una es la acepción en la pregunta: ¿cómo te fue en el examen de economía? y otra la que tiene en: ¿cómo va la economía mexicana?
En el primer caso se trata de la ciencia económica, que descubre relaciones causales (por ejemplo: la causa de la inflación) perteneciente al mundo de lo positivo (lo que es) no de lo normativo (lo que debe ser), por lo que en el ámbito de la ciencia económica no hay lugar para la moral.
En el segundo caso se trata de la actividad de los agentes económicos, ya sea por el lado de la producción, oferta y venta, ya por el de la demanda, compra y consumo, todo lo cual, por tratarse de acciones humanas, sí tiene una dimensión moral, relacionada con el deber hacer, existiendo dos preceptos que, más que morales (relacionados con costumbres), son éticos (relacionados con principios).
El principio ético que debe regir la conducta de los vendedores es “no des gato por libre”, no engañes al comprador. El que debe regir la de los compradores es “paga la liebre que compraste”, no robes al vendedor. Respetar estos principios tiene un efecto práctico: garantiza la continuidad de los intercambios, lo cual garantiza la permanencia de la división del trabajo, lo cual hace posible el aumento en la productividad y, por ello, los incrementos en la producción de los bienes y servicios con los que satisfacemos necesidades.
¿Será a esto último a lo que se refiere AMLO cuando nos dice que, de tener tiempo, escribirá un libro sobre economía moral? No. Lo que pretende, y así lo dijo, es explicar la diferencia entre el modelo neoliberal y el suyo, al que califica de moral, por lo que, al neoliberal, ya lo está descalificando como inmoral, algo que, tratándose de modelos económicos, no tiene sentido, ya que los mismos deben calificarse en función, no de su moralidad, sino de su eficacia para lograr el mayor progreso económico posible.
La lógica económica lo demuestra, y la historia económica lo muestra: allí donde, para empezar, se respeta la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, el progreso económico es mayor que allí donde tales derechos no se reconocen plenamente, no se definen puntualmente, y no se garantizan jurídicamente, lo cual quiere decir que el respeto a esos derechos no solo es lo justo, desde el punto de vista ético, sino eficaz, desde el punto de vista económico, algo que los gobiernos no siempre tienen claro.