Confianza empresarial, mal

Ya tenemos, del INEGI, el Indicador de Confianza Empresarial (ICE) de noviembre, que entre otras cosas mide, en escala de cero (total desconfianza) a cien (confianza total), la confianza de los empresarios (de la manufactura, la construcción, el comercio y los servicios no financieros), para invertir directamente en México, inversiones directas que producen bienes y servicios, crean empleos y generan ingresos, necesarios para el bienestar. Los datos del ICE son malos, lo cual no presagia nada bueno.

En noviembre el ICE promedio de los cuatro sectores, para invertir directamente, fue de 34.73 unidades. Sector manufacturero: 43.8; sector de la construcción: 29.1; sector comercial: 34.3; sector de servicios no financieros: 31.7. Hace un año, en noviembre de 2023, el promedio fue 44.53 puntos. Sector manufacturero: 45.8; sector de la construcción: 34.8; sector comercial: 45.8; sector de los servicios no financieros: 51.7. Entre enero y noviembre pasados el promedio mensual del ICE promedio de los cuatro sectores fue de 38.76 unidades. Un año antes, entre enero y noviembre de 2023, fue de 40.84 puntos.

Dato interesante. Entre enero y mayo, antes de la elección presidencial, el promedio mensual del ICE promedio de los cuatro sectores fue de 38.76 unidades (el mayor en enero, 43.08; el menor en mayo, 39.95). Entre junio y noviembre, después de la elección, de la mayoría calificada de Morena en el Congreso de la Unión, de la reforma al poder judicial, de la supremacía constitucional, de la eliminación de organismo autónomos, que viola capítulos del T-MEC, y demás barbaridades, el promedio mensual del ICE promedio de los cuatro sectores fue de 36.69 puntos (el mayor en agosto, 39.83; el menor en octubre, 33.80).

¿Cuál ha sido el resultado de la menor confianza empresarial para invertir directamente en el país? El único que, lógicamente, podía esperarse: una menor tasa de crecimiento de dichas inversiones, medidas por el comportamiento de la inversión fija bruta en instalaciones, maquinaria y equipo que, por proporcionar la infraestructura física para la producción, es un buen indicador de la inversión directa. En agosto del año pasado, cuando el ICE promedio de los cuatro sectores, para realizar inversiones directas, estaba en 45.20 unidades, la inversión fija bruta creció, en términos anuales (comparando con el mismo mes del año anterior), 26.6%. Un año después, en agosto pasado (hoy publicará el INEGI la información para septiembre), con el ICE en 39.83 puntos, la inversión fija bruta decreció, en términos anuales, 0.9%.

A todo lo anterior habrá que sumarle las amenazas arancelarias de Trump, algo malo, y la respuesta de CSP en el sentido de que, por cada arancel que imponga Trump a las exportaciones mexicanas, el gobierno mexicano impondrá uno a las importaciones estadounidenses, algo peor, porque al proteccionismo hay que responderle, aunque parezca ilógico, con libre comercio, no con más proteccionismo.

Va de nuevo la secuencia lógica: más confianza empresarial = más inversiones directas = más producción de bienes y servicios, y más creación de empleos (para producir alguien debe trabajar), y más generación de ingresos (a quien trabaja se le paga) = mayor bienestar. Y eso, mayor bienestar, es el fin de la economía.

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Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .