Vimos, en el anterior artículo, que la economía mexicana creció, en términos trimestrales, comparando cada trimestre con el trimestre anterior, 1.0%, y en términos anuales, comparando cada trimestre con el mismo trimestre del año anterior, 3.7%, todo en términos del Producto Interno Bruto, PIB, que el INEGI reporta trimestralmente.
También vimos que, en términos anuales, las proyecciones de crecimiento para el segundo, tercero y cuarto trimestres del año, según el promedio de las 37 respuestas recibidas en la encuesta de mayo, del Banco de México, a los economistas del sector privado, son, respectivamente, 1.96% (3.02% la más optimista, menos 0.20% la más pesimista), 1.10% (2.00% la más optimista, 0.30% la más pesimista), y 0.71% (1.93% la más optimista, menos 0.90% la más pesimista). Se espera, para lo que resta del año, un menor crecimiento de la economía, que ya comenzó a darse.
Además de PIB, que el INEGI reporta trimestralmente, para medir el crecimiento de la economía, que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, contamos con el Indicador Global de la Actividad Económica, el IGAE, que el INEGI reporta mensualmente, y que permite seguirle el paso al crecimiento de manera más puntual (mensual), que con el PIB (trimestral).
En términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, éste fue el crecimiento de la economía durante el primer trimestre: enero 3.7%, febrero 3.8%, marzo 2.7%. Pasamos de 3.7%, en enero, a 2.7%, en marzo. ¿Tendencia? Hacia un menor crecimiento.
En términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, éste fue el crecimiento de la economía a lo largo de los tres primeros meses: enero 0.6%, febrero 0.1%, marzo menos 0.3%. Pasamos de 0.6%, en enero, a menos 0.3%, en marzo. ¿Tendencia? Hacia el decrecimiento.
Tanto en términos anuales, como mensuales, la tendencia, durante los tres primeros meses del año, fue hacia el menor crecimiento (anual) y hacia el decrecimiento (mensual), tendencia que solo puede revertirse, ceteris paribus, con más inversiones directas, que son las que se destinan a la producción de bienes y servicios.
Según el Indicador Oportuno de la Actividad Económica, IOAE, que estima el compartimiento del IGAE, en abril el mismo habría crecido, en términos anuales, 2.6%, una décima menos que el crecimiento observado en marzo (2.7%), malo. En términos mensuales habría crecido 0.4%, siete décimas más que el crecimiento observado en marzo (menos 0.3%), bueno.
Independientemente de qué haya pasado en abril, de qué esté pasando en mayo, y de qué vaya a pasar entre junio y diciembre, el panorama, en materia tan importante como el crecimiento, no pinta bien para los próximos años.
A la pregunta, ¿cuál será el crecimiento promedio anual de la economía mexicana en los próximos diez años, de 2024 a 2034?, el promedio de las 37 respuestas recibidas por el Banco de México, en la encuesta de mayo a los economistas del sector privado, fue 2.15% (1.50% la más pesimista, 3.02% la más optimista). Entre 1934 y 1981 el crecimiento promedio anual fue 6.17%. Entre 1982 y 2022 fue 2.10%. Para los próximos diez año se prevé del 2.15%, igual de mediocre que en los últimos cuarenta y un años. Podríamos sumar 53 años (de 1982 a 2034) de crecimiento mediocre. Preocupante.
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