En anterior editorial comenté las proyecciones de la SHCP, presentadas en los Criterios Generales de Política Económica 2023, que con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, la Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación, y la Miscelánea Fiscal, integran el Paquete Económico.
La conclusión fue que en materia de crecimiento e inflación las proyecciones oficiales para 2023 son muy optimistas. Proyección de crecimiento: 3.0 por ciento. Media de las 38 respuestas recibidas por el Banco de México en su encuesta de agosto sobre las expectativas de los economistas del sector privado: 1.31 por ciento. Proyección de inflación: 3.2 por ciento. Media de las 38 respuestas recibidas por el banco central en la mentada encuesta: 4.62 por ciento.
Ahora paso al Proyecto de Presupuesto de Egresos y la Iniciativa de Ley de Ingresos.
Comienzo analizando, a grandes rasgos, los egresos, que para 2023 se proyectan en 8.3 billones de pesos, un aumento, en términos reales, del 11.6 por ciento en comparación con lo aprobado para 2022. ¡Tanto por los tan presumidos ahorros del gobierno, que no se ven por ningún lado! Año tras año, en términos relativos, más gasto gubernamental y, también en términos relativos, menos gasto ciudadano. Año tras año, relativamente, un gobierno más grande y, también relativamente, una ciudadanía más chica. Mal.
El año entrante del total de gasto programable, destinado a proveer de bienes y servicios a la población, el designado a financiar las tareas propias del gobierno representará el 5.80 por ciento (5.71 en 2022); el designado a financiar el desarrollo social el 67.21 (66.75 en 2022); el designado a financiar el crecimiento económico el 26.75 (27.33 en 2022); el restante 0.24 por ciento es para fondos de estabilización (0.21 en 2022).
En síntesis: más gasto a desarrollo social (redistribución del ingreso) y menos a crecimiento económico (generación de ingresos). Mal.
Continúo examinando, en términos generales, los ingresos, de los cuales se espera, para 2023, que 5.8 billones de pesos provengan de ingresos no petroleros, el 70.55 por ciento (74.01 en 2022); 1.3 de ingresos petroleros, el 15.88 (20.96 en 2022); y el restante 1.2 de deuda, el 14.46 (5.03 en 2022), para sumar los 8.3 billones de pesos que se proyecta gastar (7.4 en 2022).
En resumen: menos financiamiento proveniente de ingresos petroleros, del Gobierno Federal y los propios de Pemex, y no petroleros, tributarios (94.97 por ciento en 2022 y 86.43 en 2023), y más procedentes de deuda (5.03 por ciento en 2022 y 14.46 en 2023), en un gobierno que presume, falsamente, de no endeudarse, lo cual no augura nada bueno, en materia de finanzas gubernamentales, para los dos últimos años de la 4T.
¿Terminaremos este sexenio con una crisis económica, producto de la fragilidad de las finanzas gubernamentales, como terminamos más de una vez en el pasado? La gran diferencia hoy es la autonomía del Banco de México, gracias a la cual el gobierno federal no puede recurrir al banco central para que éste, produciendo dinero y dándoselo, le ayude a financiar su déficit. Y el año entrante habrá un déficit primario, sin contar los pagos de la deuda, por 54 mil millones de pesos, lo cual quiere decir que el gobierno pedirá prestado para pagar intereses, algo que debe corregirse.
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