Desde el pasado 31 de marzo el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lo viene anunciando: Quiere aplicar el control de precios a la canasta básica para contener la elevada inflación del país.
El miércoles – fiel a su estilo- AMLO intentó matizar ante las críticas y descartó un control de precios en su “Plan Antiinflacionario” que presentará la siguiente semana. Pero lo que el presidente llama precios “justos” o “precios de garantía” no son otra cosa que precios controlados.
“No hay control de precios, vamos a garantizar precios de garantía, bueno, vamos a garantizar precios justos, para no hablar redundantemente, en los básicos, precio de garantía, que es otro instrumento importante”, dijo en la mañanera.
En su conferencia de prensa dijo que se llegará a un acuerdo con los productores y distribuidores de alimentos, quienes están aceptando ayudar. Propondrá que haya un “mismo” precio para la canasta básica, es decir, que se pueda comprar al mismo precio en la Ciudad de México, en Tijuana y en cualquier parte del país.
AMLO señaló que un precio justo es una contribución de los productores, distribuidores y grandes tiendas departamentales. Refirió que serán 24 productos básicos y que por parte de los productores hay una disposición para bajar los precios.
En este sentido indicó que están trabajando en conjunto dentro del gobierno y anunció que no habrá aumentos en los combustibles ni en la electricidad.
Las respuestas no tardaron en llegar. La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) dijo que habrá diálogos para alcanzar acuerdos con el Gobierno para contener el aumento de precios de la canasta básica, pero advirtió que no está dispuesta a aceptar un control de precios.
Este organismo advirtió que cuando un gobierno mete el control de precios, esto distorsiona los mercados y finalmente quien paga las consecuencias es el consumidor. Y tienen razón. Entre los productos que se buscan proteger están el pollo entero, chuleta de cerdo, arroz, azúcar, limón, la tortilla de maíz, huevo, leche, pan de caja. Incluso, Bimbo reveló el martes que analiza medidas para aminorar el aumento del pan blanco.
Un error gravísimo
El control de precios es un error gravísimo que ya se ha implementado en México en épocas pasadas por gobiernos príistas y han sido un completo fracaso. Aquí o en China, donde quiera que se implementen, el control de precios crea mercados negros, escasez de los bienes afectados por el control y… ¡precios más elevados!
Lo anterior es un serio problema, sin hablar de que es muy injusto que se quiera aplicar esto porque los afectados y únicos obligados serán las empresas formales, a quien se les estaría obligando a subsidiar a los consumidores y a perjudicar sus utilidades.
El gobierno debería entender que la inflación que vemos no tiene que ver con que los empresarios quieran subirlos, sino con las apretadas condiciones internacionales del mercado de las materias primas, los estímulos monetarios de los bancos centrales tras la pandemia y los serios problemas en las cadenas de suministro en todo el mundo, además de la guerra entre Rusia y Ucrania. Si se busca de verdad atenuar el impacto de los precios, la única manera de lograrlo es abriendo de par en par los mercados al exterior, eliminar cuotas, tarifas y aranceles que permitan maximizar la demanda para satisfacer mejor la oferta nacional. Un control de precios es una “línea roja” que, una vez que se cruce, afectará más al crecimiento económico, la creación de empleo, agravará la crisis de precios y se reflejará en otras variables económicas como el tipo de cambio y hasta la calificación crediticia. Ojalá, no se cometa este error grave, pero no hay que tener muchas esperanzas de que será así.