38 mil 900 millones de pesos será la cantidad de dinero que, según lo informó el presidente Peña Nieto, se necesitará para reconstruir lo destruido por los sismos del 7 y el 19 de septiembre, recursos adicionales a los millones de pesos (que no han sido pocos) que ya se han destinado  a la ayuda humanitaria, esperando que hayan llegado a donde deben haber llegado.

38 mil 900 millones de pesos, con relación a los cuales muchos se preguntan, ¿y de dónde van a salir? Dos posibilidades. Primera: de la población ocupada (52 millones 198 mil 611 personas al segundo trimestre del año), que tendría que aportar, una sola vez, 737.58 pesos. Segunda: del 50 por ciento de los hogares con más ingresos (16 millones 462 mil 635 hogares, con un ingreso corriente promedio mensual, en 2016, de 23 mil 171.40 pesos), que tendrían que aportar, una sola vez, 2 mil 362.92 pesos. Hechas estas cuentas, la cantidad de 38 mil 900 millones de pesos ya no resulta tan impresionante. El reto es, por supuesto, ¿cómo convencer, sobre todo al 50 por ciento de los hogares con más ingresos, a aportar, una sola vez, 2 mil 362.92 pesos para la reconstrucción?

Hay una tercera posibilidad, el Gobierno Federal. Según el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2018, el gasto programable del sector público será de 3 billones 731 mil 688 millones de pesos. Los 38 mil 900 millones necesarios para la reconstrucción representan el 1.04 por ciento de dicho gasto, ¡solamente el 1.04 por ciento!, una cantidad, como porcentaje del gasto programable del sector público que se pretende ejercer en 2018, insignificante. De que el Gobierno Federal tiene tela de donde cortar para hacerse de los recursos necesarios para la reconstrucción la tiene, ¡y de sobra!, sin necesidad de hacer grandes sacrificios, ni nada por el estilo. Basta con recortar, cada partida presupuestaria, en un 1.04 por ciento. Quitarle, a cada presupuesto, un centavo de cada peso. ¿Muy difícil?

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