La justificación de los impuestos, por los que el gobierno obliga a los ciudadanos a entregarle parte de sus ingresos, lo cual es expoliación legal, es que se cobre el mismo impuesto a todos para que el gobierno, en beneficio de todos, prohíba, prevenga, castigue y obligue a resarcir la violación de derechos, de tal manera que le quite a todos por igual (para que no haya redistribución del ingreso por el lado del cobro de impuestos), para darle a todos por igual (para que tampoco la haya por el lado del gasto gubernamental).
De las tres tareas que puede realizar un gobierno: garantizar derechos, defender intereses y satisfacer necesidades, solo le corresponde la primera. La realización de las otras implica, de una u otra manera, en mayor o menor medida, redistribuir el ingreso: quitarle a Juan lo que, por ser producto de su trabajo (su ingreso) es de Juan para darle a Pedro lo que, por no ser producto de su trabajo, no es de Pedro, lo cual es expoliación legal, hoy la tarea principal de cualquier gobierno.
Un lector me pregunta si realmente estoy contra la redistribución gubernamental del ingreso, con la cual el gobierno ayuda, no a eliminar la causa de la pobreza: la incapacidad de los pobres para generar, gracias a su trabajo, ingresos suficientes, sino solo a aliviar, proporcionándoles ciertos bienes y servicios, su efecto: la carencia de satisfactores.
Antes de contestar hago tres preguntas y que cada quien responda. ¿Crees que las personas debemos vivir gracias al trabajo propio? ¿Crees que las persona tenemos derecho al producto íntegro de nuestro trabajo? ¿Crees que la ayuda que nos prestemos unos a otros debe ser voluntaria? Si tus respuestas fueron que las personas SÍ debemos vivir gracias al trabajo propio; que SÍ tenemos derecho al producto íntegro de nuestro trabajo; que la ayuda que nos prestemos unos a otros SÍ debe ser voluntaria, entonces, ¡por congruencia!, no puedes estar a favor del Estado Benefactor y de su principal agente, el gobierno redistribuidor del ingreso, quien le quita a Juan para darle a Pedro, por lo que Pedro no vive (al menos no totalmente) gracias a su trabajo; por lo que no se respeta el derecho de Juan al producto íntegro de su trabajo; por lo que se obliga a Juan a ayudar (indirectamente, por intermediación del gobierno), a Pedro, lo cual hace de Pedro (en cierto grado) un mantenido, de Juan (también en cierto grado) un explotado, y del gobierno (en nombre de Juan, aunque éste no lo haya pedido) un explotador, todo lo cual concuerda con la famosa definición de Estado (gobierno) de Federico Bastiat: “El Estado es la gran ficción por la cual todo el mundo pretende vivir a expensas de todo el mundo”.
Como tal pretensión es imposible, lo único que se consigue es que algunos (los beneficiarios de la redistribución gubernamental del ingreso, a quienes se les da), vivan a expensas de otros (los perjudicados por la redistribución, a quienes se les quita), haciendo del gobierno, en nombre de entelequias como bien común o justicia social, una delincuencia legalizada, que no por legalizada deja de ser delincuencia, sin olvidar que el que parte y reparte se lleva una buena parte, porque el gobierno cobra por quitar y dar, sin olvidar la parte que se queda indebidamente.
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