Tuvo que ser una mujer, muchas de las cuales tienen más pantalones que la mayoría de nosotros, los hombres, controladora del tráfico aéreo en el aeropuerto de la Ciudad de México, quien calificó en una entrevista, que se puede ver en Youtube, como una locura irresponsable el plan Santa Lucía.
De consumarse la operación conjunta de los aeropuertos de la Ciudad de México y Santa Lucía, según el punto de vista de María Larriva, controladora del tráfico aéreo en el aeropuerto de la Ciudad de México:
1.- Aumentarían las demoras de la llegada y del tiempo aire para esperar pista de los aviones, lo que incrementa su costo de operación: personal, equipo, combustible, hasta duplicarlo.
2.- La entrada por el sur de aviones, que pasan sobre la Ciudad de México, debido a la orografía, la existencia de volcanes y montañas, complica las aproximaciones, que serían más frecuentes y riesgosas.
3.- La presencia de nubosidades durante varios meses del año, aunque los aviones tengan radares y equipos modernos para situar y repeler aviones cercanos, eleva el riesgo de coaliciones cuando hay muchos volando en el mismo espacio.
4.- La ampliación de Santa Lucia se inició por orden presidencial antes de tener todos los elementos técnicos para saber si cumplía con las especificaciones aprobadas por las organizaciones internacionales serias, que supervisan las operaciones aéreas en todos los países, y sin cuya aprobación las líneas aéreas internacionales no operan en un aeropuerto.
Si fracasa ese plan, como es probable, o acontece un accidente, ¿a quién van a culpar?: al presidente, que dio la orden de construirlo; al Ejército, que cumple las ordenes de su jefe máximo, como manda la Constitución; o al constructor y asesor del presidente, que por intereses personales le recomendó ese plan. O tendrán que buscar a quién echarle la culpa de un probable accidente donde se pierdan muchas vidas.
Todavía hay tiempo de rectificar, dejar para los militares las mejoras realizadas en Santa Lucía y reabrir Texcoco, dejando su construcción a los particulares, que como presidente electo lo anunció López Obrador, pero uno de sus consejeros y contratista, por intereses personales, al no ganar la licitación de Texcoco, lo convenció de utilizar Santa Lucía.