Mayo es el mes del reparto de utilidades, algo que muchos ven como un acto de justicia para con los trabajadores de las empresas. No lo es. Al contrario, se trata de una injusticia.
Leemos en la fracción IX, del inciso A, del artículo 123 constitucional, que “los trabajadores tendrán derecho a una participación en las utilidades de las empresas…,” lo cual es injusto porque parte de un error: considerar que las utilidades las genera la empresa y no el empresario. La empresa, entendida como la organización, como la comunidad de los agentes económicos que trabajan en ella, produce el bien o servicio que se le ofrece al consumidor, y a cada uno de esos agentes económicos se le remunera en consecuencia. Por ejemplo: el salario para el trabajador que aporta su trabajo.
Para entender por qué el reparto de utilidades es injusto hagamos dos preguntas: ¿qué es la utilidad? y ¿de qué depende?
La utilidad es la remuneración propia del empresario, como el salario lo es del trabajador. El trabajador hace lo que hace por el salario que recibe. El empresario, que de entada es el propietario de los medios de producción, hace lo que hace por la utilidad que espera obtener. Él no recibe un salario (como el trabajador), tampoco una renta (como el propietario de un bien inmueble), tampoco el pago de un interés (como el prestamista). Él recibe una utilidad. De hecho la genera.
Si la utilidad es la remuneración propia del empresario, ¿por qué la ley lo obliga a repartirla con los trabajadores?
La utilidad depende de que el empresario responda correctamente estas dos preguntas: ¿qué producir?, ¿cómo producirlo? La repuesta general a la primera pregunta es: lo que los consumidores aprecien más. La respuesta general a la segunda es: al menor costo posible. ¿Quién, en la empresa, se hace estas dos preguntas? El empresario. Más importante, ¿quién, en la empresa, las responde? El empresario. ¿De qué dependen las utilidades? De que se respondan correctamente las dos preguntas. ¿De quién dependen? Del empresario.
No es la empresa la que genera las utilidades, sino el empresario. La empresa, todos los agentes económicos que la forman, produce el bien o servicio que se le ofrece a los consumidores, y por ello cada uno de los agentes económicos recibe la remuneración que les es propia, a cambio de la cual decidió trabajar en la empresa.
Es el empresario, respondiendo correctamente las preguntas ¿qué producir? y ¿cómo producirlo? el que genera la utilidad, que es su remuneración propia, el ingreso a cambio del cual hace lo que hace, y que la ley le obliga, injustamente, a compartir con los trabajadores.
Lo que dice el Art. 123 constitucional, con respecto al reparto de utilidades, es una muestra, entre muchas otras, de lo mal que se entiende la función del empresario en México. Y mientras no se entienda correctamente no rendirá todos los frutos que puede rendir.
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