Siempre sí. A pesar de las críticas de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, que una vez dijo que la actual inflación de Estados Unidos era transitoria, y de la secretaria del Departamento del Tesoro, Janet Yellen, Estados Unidos está oficialmente en recesión técnica.
Guste o no, convencionalmente cuando dos trimestres de decrecimiento económico se siguen uno tras otro, se suele decir que ocurre dicha “recesión técnica”. Eso pasó justamente, pues en el primer trimestre la economía estadounidense cayó un 1.6 por ciento, mientras que en el segundo la contracción fue de 0.9 por ciento, según la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés).
Ahora bien. Políticamente es incómodo para cualquier gobierno hablar de recesión, y más cuando la inflación está en niveles máximos de 40 años. Peor aún: en un año electoral para el presidente Biden y los demócratas, se anticipa un resultado desastroso para ellos, con lo que la palabra con “r” está de plano fuera del discurso.
No sorprende entonces que en la Casa Blanca busquen nuevas definiciones “a modo” para hablar de recesión, aparte de la declaración formal que le corresponde a la NBER, quien la determina en función no sólo del PIB sino de una variedad de factores adicionales como el ingreso real y el empleo.
En este sentido, la NBER aún no ha declarado a la economía estadounidense en recesión. ¡Tienen razón!
Y es que las recesiones típicas suelen presentar también un alto nivel de desempleo, una caída de los ingresos y una desaceleración de las ventas minoristas, algo que no ha ocurrido del todo aún.
Jerome Powell y otros economistas – como quien esto escribe- han dicho que si bien la economía muestra cierto debilitamiento, no puede hablarse de una recesión como tal en sentido amplio (todavía).
En particular, el mercado laboral continúa bastante sólido, con 11 millones de ofertas de trabajo y una tasa de desempleo muy baja del 3.6 por ciento. Asimismo, el consumo personal en realidad creció un 1 por ciento, en comparación con el 1.8 por ciento de crecimiento del trimestre anterior.
“Cuando creas casi 400,000 empleos al mes, eso no es una recesión”, dijo la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, en una entrevista. Estamos de acuerdo.
De hecho el problema de la economía estadounidense es que con todo y la desaceleración, el “motor” del PIB sigue sobrecalentado, como lo hace evidente la histórica inflación.
¡Cuidado inversores! La Fed seguirá subiendo fuerte las tasas y retirando liquidez
Paradójicamente a las noticias de la recesión técnica, los mercados financieros han reaccionado al alza. ¿Por qué? porque ha dado comienzo la especulación respecto a si las Fed dejará de ser tan agresiva en su alza de tasas para que no “se le pase la mano”. ¡Gran error!
Y es que como le digo, a pesar de la contracción del PIB la inflación no ha dejado de escalar y ya está por encima del 9 por ciento anual, mientras como ya vimos, el mercado de trabajo y el inmobiliario siguen demasiado fuertes.
Se lo decimos claramente aquí: La Fed seguirá subiendo fuerte las tasas y retirando liquidez porque QUIERE – o mejor dicho – NECESITA una recesión en plena forma para contener la inflación destruyendo empleos, ingresos y la demanda en general. Por ello a pesar de cualquier “rebote de mercado bajista”, la tendencia mayor en los mercados financieros seguirá en “bear market” (a la baja). Ojo ahí.
Los inversores más avezados deben aprovechar estos rebotes de corto plazo – que pueden durar algunas semanas o meses- pero tienen que permanecer atentos a tomar ganancias antes de que el “oso” de nuevas caídas los tome por sorpresa. La recesión técnica pues, se trata de una trampa para inversionistas incautos que se pueden creer el cuento que “la crisis acabó”. ¡Cuidado!