Vivimos en medio de una cultura que pondera lo rápido, mega y popular, sobre lo lento, pequeño y secreto. Una buena acción no parece suficiente si no se plasma en redes sociales, en las que se aplaude al más popular, aquel que tiene más seguidores constituye la imagen del éxito. Aunque seguramente en la mayoría de los casos no constituye el mérito afectivo, moral o intelectual de su popularidad. El éxito exige encanto, talento y perseverancia, pero por hoy estamos en la exigencia de la perseverancia y talento para el encanto.
Recuerdo haber leído en una frase; “las redes te hacen creer que eres sabio, feliz y con muchos amigos, cuando despiertes será duro”. La popularidad no siempre es sinónimo de éxito, así como lo “mega” tampoco lo es.
Entonces, en un mundo en que la principal moneda es la atención que implica una conexión ¿por qué se pierde la popularidad? En algún momento parece que decidimos dejar de tolerar y de perdonar y nos volvemos críticos acérrimos. He visto como las mismas conductas que se le aplauden a uno se les sancionan a otros, al menos entre redes. Master Graziano en los primeros siglos del milenio se enfrentó a este problema al compilar las resoluciones de jueces eclesiásticos quienes juzgaban una misma conducta con diferentes veredictos. El resolvió descansar su fe en la inefabilidad de las decisiones al justificar la solución mediante diversas ratios o razones del porqué lo hizo: la ratio loci que resolvía que era por el lugar, la ratio temporis, para resolver que un juicio podía tener, la misma conducta, pero diferente sanción según el tiempo en que se causó. La ratio personae, según quien comete el asunto y la ratio dispensationis, o la razón de la dispensa, en la que el amor podía manifestarse para orientar el fallo a tal o cual parecer.
Seguimos actuando igual, dependiendo el lugar, el tiempo, la persona o la dispensa actuamos de tal o cual manera. La popularidad parece agotarse cuando se desgasta la credibilidad, pero también cuando se agota la categoría en la cual descansa el argumento. Seguramente la respuesta del porqué en sí misma no resolverá muchas otras dudas, el cuándo y dónde se nos presentan solamente como elementos históricos. El por qué siempre interpretativo, pero algo se, que si es evidente en el pasado los momentos en los cuales se cae esa popularidad, debe ser predecible al futuro, aunque quizá aún no tengamos las herramientas. Estoy convencido que hay ciertos tópicos que son virales, independientemente de su contenido parecen responder a un momento específico.
Aunque no es tiempo de advertir si la popularidad sube o cae para el presidente de México, si podemos advertir una crisis fuerte en su gestión, no por los resultados o las acciones, sino en los tópicos importantes, nuevamente una “casa” aparece en escena y termina por arrancar lágrimas. Beethoven afirmó que la música debe sacar lágrimas del corazón de la mujer y fuego del corazón del hombre. Así ahora esta casa ha sacado lágrimas de algunos y fuego de los adversarios y oponentes que parecen anclar sus baterías en el tema. Mientras tanto se arremete la guerra mostrando que no solo se trata de construcciones sino también de destrucciones. (continuará)…