En materia de inflación la discusión debe ser si es correcto que el banco central tenga metas de inflación, a favor de la pérdida en el poder adquisitivo del dinero y de nuestro trabajo, inflación que viola el derecho a la propiedad privada del poder adquisitivo íntegro del trabajo, derivado del derecho a la propiedad privada del producto íntegro del trabajo. Esta es la discusión que importa y la que los involucrados, desde autoridades monetarias hasta legisladores, no están dispuestos a tener.
El Banco de México tiene una meta de inflación de tres por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error, por lo que la menor inflación aceptable es dos (¿?) y la mayor cuatro (¡!). En lo que va del siglo XXI, entre enero de 2001 y noviembre de 2023, la inflación promedio anual ha sido 4.32% (la menor en diciembre de 2015, 2.13%; la mayor en agosto y septiembre de 2022, 8.70%), por arriba de la máxima aceptable, y la acumulada, de enero de 2001 a noviembre de 2023, 172.10%. El Banco de México no ha sido capaza de mantener la inflación promedio anual dentro de los márgenes de la meta.
En economía es eficaz lo que reduce la escasez y aumenta el bienestar, razón por la cual la inflación es ineficaz: aumenta la escasez y reduce el bienestar. La inflación es la pérdida en el poder adquisitivo del dinero de tal manera que con la misma cantidad del mismo, al paso del tiempo, se compra una menor cantidad de los mismos bienes y servicios, incrementándose la escasez y disminuyéndose el bienestar.
La inflación es económicamente ineficaz. También es éticamente injusta.
En ética es injusto lo que viola los derechos de las personas (la justicia es la virtud por la cual se respetan los derechos de los demás), razón por la cual la inflación es injusta: viola el derecho a la propiedad privada sobre el poder adquisitivo íntegro del trabajo, que es parte del derecho a la propiedad privada sobre el producto íntegro del trabajo.
La inflación es económicamente ineficaz y éticamente injusta, dos razones más que suficientes para prohibirla, lo cual, en nuestro caso, implicaría eliminar la meta de inflación del Banco de México, algo que, los involucrados en el tema, autoridades monetarias y legisladores, no están dispuestos, ni siquiera, a discutir.
Si es mejor que preserve a que se pierda (inflación) el poder adquisitivo del dinero, ¿no será mejor que se incremente, que con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, pueda comprarse una mayor cantidad de los mismos bienes y servicios, es decir, que haya deflación? Sí, pero si los involucrados en el tema no están dispuestos a discutir el tema de la inflación cero, mucho menos lo están a discutir el tema de la deflación, que debe comenzar por distinguir entre la mala (efecto de una disminución de la demanda agregada, consecuencia de una política monetaria contraccionista, de la disminución de la cantidad de dinero que se intercambia, que se usa para demandar bienes y servicios), que hay que evitar, y la buena (consecuencia de un aumento en la oferta agregada, efecto del mayor crecimiento posible del PIB, resultado de más inversiones directas, lo cual implica mantener constante la cantidad de dinero que se utiliza para demandar satisfactores, que se intercambia), que hay que permitir.
Por dos motivos, el económico y el ético, la inflación debe terminar.
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