Hace algunos días, de la publicación de este artículo, se rescataron más de 190 migrantes que se encontraban en condiciones de hacinamiento en el estado de Nuevo León, estos migrantes enfrentaron el difícil viaje para llegar a la frontera norte y cruzar a Estados Unidos de América. Menores de edad que viajaban solos, familias quebradas buscando reencontrarse, personas huyendo de la marginación enfrentando una travesía cuyas terroríficas historias muestran el dolor y la angustia de donde salen y sobre todo el esfuerzo y ensueño de lo que buscan.
La migración ha acompañado al ser humano, y siempre por las mismas causas, la supervivencia. Migrar no solo significa llegar, como entendemos, también significa huir. Cuando las cosas no van bien, pero se clava tan hondo en una realidad que finalmente se acepta, la cosas no irán bien, y entonces se deja porque el presente no alcanza para construir un futuro. Se viaja, aunque se pierda todo en ello.
México presenta una de las diásporas más grandes del mundo con 13 millones de personas migrantes, según datos de 2017, la India ocupa el primer sitio con 15.6 millones. La población mexicana en el exterior, como de muchos otros países, demuestra la vocación humana por ir más allá de las fronteras. El esfuerzo de viajar significa en kilómetros el deseo de alcanzar.
Actualmente, en el mundo por cada 30 personas 29 seguirán viviendo en el país en que nacieron, pero una de ellas migrará. En la última década el número de migrantes se ha duplicado, actualmente 281 millones han abandonado sus comunidades. Europa, Asia y América como principales centros de migración en ese orden. Un dato interesante, aportado por la Organización Mundial de Migración, es que más de 740 millones de personas se identifican como migrantes internos, esto es, que se han cambiado de comunidad sin atravesar una frontera internacional, es decir al interior de su propio país.
El fenómeno migratorio no afecta a una sola región, es una situación mundial y que busca soluciones en la misma globalidad: México presenta un 0.9% de población migrante en su territorio, Guatemala un 0.5%, Estados Unidos de América un 15.3% con más de cincuenta millones, en Alemania un 18.8% de su población es migrante y para Arabia Saudita un 38.6%.
Sin embargo, el migrante no abandona del todo, porque cargamos a cuesta mucho más que cosas, cargamos la sangre que nunca nos deja, la nostalgia que es olor por lo lejano, y el compromiso y la palabra de llevar parte del fruto tan esforzado a quienes se quedan. En 2019 India, China, México, Filipinas y Francia fueron, en orden descendente son los principales destinos de envío de remesas de una población migrante. En 1996 Estados Unidos envío 22.2 millones de dólares en remesas, en 2019 la cifra fue de 71.6 millones. Un caso similar fue Arabia que pasó de 16.6 en el 95, a más de 45 millones en 2019. Valientes guerreros, que se plantan ante el grito por alcanzar lo que se les ha negado. Todos migramos, la mayoría solo en el tiempo, otros en el espacio. Cambiar el mundo, no es locura ni utopía, sino justicia.