Los malos datos económicos, la inflación, el alza de tasas de interés y el endurecimiento de la política monetaria a nivel mundial está llevando a los activos de riesgo a nuevos mínimos, y a pesar de eso, la peor parte de la caída está todavía por venir. ¡Cuidado!
En el país, la Bolsa Mexicana de Valores reportó su peor mes de agosto desde 1998. El índice del principal centro bursátil, el S&P/BMV IPC finalizó el mes pasado con una muy fuerte contracción de 6.70 por ciento.
Algo que preocupa es que los altos niveles de las tasas junto con la reducción de la liquidez (dinero circulante) que están realizando los bancos centrales, se da al mismo tiempo que la economía se desacelera seriamente.
Expectativas económicas se debilitan
Sobre las expectativas económicas en el corto plazo, Banco de México (Banxico) ajustó esta semana nuevamente su estimado de crecimiento para el 2023 con una visión todavía pesimista sobre el comportamiento de la inflación. El escenario central es que este año la economía crezca 1.6 por ciento, muy por debajo del 2.4 por ciento previsto en junio.
La gobernadora Victoria Rodríguez Ceja señaló que este pronóstico incorpora la expectativa de una desaceleración que viene desde Estados Unidos, el impacto de la pandemia, la evolución de la guerra en Ucrania, así como la inflación alta que está llevando a todos los bancos centrales a endurecer su postura monetaria.
“Dado el entorno de elevada incertidumbre, no puede descartarse la posibilidad de que los efectos de los choques sobre la inflación tengan una duración mayor a la estimada, de que se agudicen o de que ocurran nuevos choques que la presionen al alza”, afirma Banxico en su informe.
La burbuja bursátil ya estalló, pero no dejará de desinflarse
En opinión de este espacio, el estallido de la burbuja bursátil y en general de los activos de riesgo y bienes de lujo, ya ocurrió desde el primer trimestre de 2022. Sin embargo, otras posturas consideran que la explosión apenas se dará con mayor fuerza. Sea como sea, el globo no dejará de desinflarse.
Entrevistado por Bloomberg, el famoso inversor Jeremy Grantham, cofundador de la gestora de activos de Boston GMO y conocido por calificar las burbujas de los mercados, dijo que una “superburbuja” está aún por estallar.
Señaló que la subida de las bolsas de valores estadounidense desde mediados de junio hasta mediados de agosto se ajusta al patrón de repuntes de los mercados bajistas habituales tras una fuerte caída inicial, y antes de que la economía empiece a deteriorarse de verdad.
“El otro día hubo un típico rally de mercado bajista y la gente decía: ‘Oh, es un nuevo mercado alcista'”, dijo Grantham en la entrevista. “Eso es una tontería”.
“Mi apuesta es que vamos a pasar una época bastante dura desde el punto de vista económico y financiero antes de que esto se haya lavado a través del sistema”, dijo Grantham. “Lo que no sé es: ¿Se nos irá de las manos como en los años 30, se contendrá bastante bien como en el año 2000 o estará en algún punto intermedio?”
Está por verse. Lo único cierto es que la Fed de Estados Unidos y otros bancos centrales apuestan a un “aterrizaje suave” de la economía, que se ve más que complicado.
Y es que para detener las presiones inflacionarias hace falta mucho más que la sola política monetaria. Se requiere además que los gobiernos recorten el gasto público y que se eliminen restricciones al comercio internacional para que la cadena de suministro se restablezca lo más pronto posible tras la pandemia. Nada de esto se está haciendo. ¡Se está haciendo todo lo contrario! Más gasto y más restricciones al comercio.
El problema es que sin este “cierre de pinza” contra la inflación, la única oportunidad que tiene la política monetaria contra ella es ser tan restrictiva, que colapse la economía y provoque una cadena de quiebras empresariales, personales y gubernamentales a causa del alza disparada de los tipos de interés. Esto es lo único que podría frenar la demanda agregada y los precios.
Es decir, se trataría de una victoria pírrica con un costo muy elevado, que en el camino, arrasaría con las bolsas de valores, con los empleos y con todo lo que “huela” a riesgo.
¿Se atreverán a tanto Jerome Powell y sus homólogos banqueros centrales? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que los gobernantes los presionen y les exijan que mejor ajusten al alza sus metas inflacionarias? De esta encrucijada, queda claro, no hay salida sin dolor.