La inflación llegó para quedarse. Y no lo digo por el actual repunte, que la llevó de 2.15 por ciento, en abril de 2020, a 7.80 en noviembre pasado. Lo digo porque de diciembre de 1969, fecha a partir de la cual se lleva el actual registro, a noviembre pasado, se acumuló en México una inflación de 1,040,701.74 por ciento. Sí: un millón cuarenta mil setecientos uno punto setenta y cuatro por ciento, dando como resultado una inflación promedio mensual de 1.47 por ciento y de 17.64 promedio anual.
La inflación llegó para quedarse porque el Banco de México tiene una meta de inflación, tres por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error, por lo que la mínima aceptable es dos y la máxima cuatro. Leemos, en su página electrónica, que “el objetivo prioritario del Banco de México es mantener una inflación baja y estable”. Baja: tres por ciento. Estable: no menor a dos y no mayor a cuatro.
La tarea del Banco de México no es, ni evitar que las presiones inflacionarias se conviertan en inflación, ni no generarla, sino mantenerla baja y estable, entre el dos y el cuatro por ciento, tarea que no ha cumplido. En lo que va del siglo XXI, del 2001 al 2022, suponiendo para este año una inflación de 8.32 por ciento (el promedio de las 36 respuestas recibidas por el Banco de México en la encuesta de noviembre a los economistas del sector privado), la inflación promedio anual fue 5.53 por ciento. La menor, en 2015, 2.13. La mayor, en 2022, 8.32.
Según la citada encuesta del Banco de México, la inflación general promedio para los próximos uno a cuatro años será, según el promedio de las 36 respuestas recibidas, 4.03 por ciento, ligeramente por arriba de la máxima inflación aceptable, según la meta, y, para los próximos cinco a ocho, 3.64, dentro de la meta.
Dicho sea de paso, resulta poco serio, dado que somos economistas no adivinos, preguntar por la expectativa de inflación para un periodo tan largo como lo es, entre uno y cuatro años, y no digamos entre cinco y ocho, pregunta para la cual la única respuesta realista es no sé. En la encuesta de diciembre de 2021, hace un año, la expectativa de inflación para 2022 fue 4.22 por ciento (promedio de las 37 respuestas recibidas en aquel entonces). Terminaremos el 2022 con la inflación cercana al 8.00 por ciento, muy por arriba de la expectativa de hace un año. Lo dicho: somos economistas, no adivinos.
La inflación llegó para quedarse porque el Banco de México tiene una meta de inflación, tres por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error, lo cual quiere decir que su tarea no es no generar inflación y evitar que las presiones inflacionarias se conviertan en inflación, sino mantenerla entre el dos y el tres por ciento, estando a favor de la pérdida del poder adquisitivo de nuestro dinero, y por lo tanto de nuestro trabajo, ya que, si el trabajo se paga con dinero, y el dinero pierde poder adquisitivo, lo que lo pierde es el trabajo, y si tenemos el derecho al producto íntegro de nuestro trabajo también tenemos el derecho al poder adquisitivo íntegro de nuestro trabajo, y por lo tanto de nuestro dinero, derecho a la propiedad privada que la inflación, y el responsable de ocasionarla o permitirla, el banco central, viola, algo propio del Estado de chueco, antítesis del Estado de Derecho.
Lo dice Ricardo M. Rojas: la inflación es un delito.
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