El problema económico de fondo es la escasez: no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, mucho menos gratis.
Hay dos maneras de lidiar con ella. La económica: aumentar producción y oferta de satisfactores, con todo lo que ello implica en términos de inversiones directas, las que producen bienes y servicios. La estoica (por llamarla de alguna manera): reducir demanda y consumo, con todo lo que ello supone en cuanto a necesidades insatisfechas.
La historia del progreso es, en buena medida, la historia de la manera económica de lidiar con la escasez. Es la historia del desarrollo de las capacidades productoras (capacidad para producir) y productivas (capacidad para producir más y mejor) del ser humano, que nos han permitido aumentar la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios producidos y ofrecidos, y por lo tanto demandados y consumidos, con el efecto que ello ha tenido sobre el bienestar de la gente, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los satisfactores a su disposición.
La segunda manera de lidiar con la escasez, la estoica, se ha practicado, la mayoría de las veces, no por voluntad propia, sino por necesidad, porque “no hay de otra”, como sucede cuando hay una disminución en la producción y oferta de bienes y servicios consecuencia de desastres naturales: terremotos, inundaciones, incendios, pandemias, etc., o de la conducta humana: guerras, malas políticas económicas, imprevisiones empresariales (de empresas privadas o gubernamentales), debiendo distinguir entre imprevisiones empresariales y malas políticas económicas. Una cosa es, por ejemplo, una mala política monetaria que genera hiperinflación, que ocasiona una situación de estanflación, y otra una imprevisión de parte de una empresa gubernamental que causa escasez de algún producto, pudiendo ser desde una materia prima hasta un bien para el consumo final.
¿Hasta qué punto los apagones de los últimos días se deben a eso, a imprevisiones empresariales de parte del gobierno, en general, y de su empresa CFE, en particular?
¿Hasta qué punto, desde la escasez de gasolina, al inicio de este gobierno, hasta la escasez de gas natural, a estas alturas del mismo, es consecuencia de imprevisiones empresariales?
Si la industria petrolera estuviera integrada únicamente por empresas privadas, ¿se hubiera dado la escasez de gasolinas del 2019? Si la industria eléctrica estuviera compuesta solamente por empresas privadas, ¿se estarían dando los apagones que se están dando?
¿Qué empresa, la privada o la gubernamental, es más proclive a la imprevisión?
Por lo pronto AMLO nos pide que lidiemos con la escasez, no de la manera económica, sino de la estoica: apoya un poco, apaga un foco. Una vergüenza.
Ya fue la gasolina. Ya es la electricidad. ¿Qué sigue?
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