Para quien piense que los mercados financieros tienen fuerza para revertir la tendencia bajista en la que se han embarcado, están totalmente equivocados. Las caídas seguirán a medida que la Reserva Federal siga con su ruta de subidas de tasas y apretón monetario.
Los primeros días de octubre los mercados de valores tuvieron un repunte que los llevó a marcar los mejores rendimientos desde abril de 2020 y el mejor inicio de un cuarto trimestre de 2009, pero todo se desvaneció el miércoles en unas horas.
Y es que los análisis más serios e independientes – como el que hacemos en Top Money Report– coincidimos en la expectativa de que se aproxima una recesión severa el próximo año así como una política todavía más agresiva de la Fed y menores rendimientos del mercado accionario.
El consenso es tal que ya hasta medios e instituciones predominantes no pueden cerrar los ojos y mantener su tradicional optimismo permanente.
Los analistas de Wells Fargo, por ejemplo, señalan que los volúmenes del mercado de un año a otro son un reflejo de 2008. En lugar de una crisis de liquidez o un fallo sistémico, prevén que el catalizador del VIX (índice de volatilidad) será un endurecimiento monetario que frenará la economía, hundirá los beneficios, pesará sobre la confianza y estimulará las ventas en corto (apuestas bajistas).
Desde la mesa de análisis de BMO Wealth Management, las caídas que experimentaron los mercados sólo fueron una pausa para que el mercado reflexione sobre lo duradero que podría resultar el repunte de los dos últimos días, pues en el fondo el mercado está valorando que va a costar mucho que la Reserva Federal dé un golpe de timón en su política monetaria.
Si bien la mala cifra de empleos fue recibida como una “buena” noticia, aseguran que eso es realmente la punta del iceberg en términos de lo que la Fed necesita para adoptar un tono más suave.
Por su parte estrategas de Morgan Stanley advirtieron que la economía estadounidense ha entrado en una “zona de peligro” en la que la política de la Fed se ha vuelto tan restrictiva que la tensión financiera y económica está destinada a ocurrir. Una crisis, pues.
En este caso, aseguran que los repuntes esporádicos de los activos de riesgo no deben tomarse como un cambio de tendencia, pues los inversores que piensen eso están equivocados en asumir que las ganancias serán duraderas, porque una serie de riesgos emergentes -incluyendo la debilidad económica en Europa, la fortaleza del dólar y la incertidumbre por la reapertura de China o por la guerra Rusia – Ucrania – probablemente obstaculizarán las ganancias de las empresas en los próximos dos trimestres.
En Europa la historia es la misma. El euro bajó un 1 por ciento, a 0.9892 dólares, su mayor caída porcentual diaria desde el 23 de septiembre, tras subir un 1.7 por ciento el martes. En tanto, la libra esterlina perdió 1.1 por ciento a 1.1344 dólares, después de haber subido durante seis sesiones consecutivas.
Los datos muestran que la economía británica sufrió el mes pasado la mayor contracción de la actividad desde el cierre de COVID-19 a principios del año pasado.
Mientras tanto el mercado espera que la Reserva Federal suba los tipos de interés al menos otros 125 puntos base este año, pero dependerá en gran medida de cómo se midan los datos económicos entrantes, en especial la inflación.
En suma, los inversores más ingenuos esperan que los datos de empleo del viernes pasado sean peores de lo esperado o que los datos de inflación de finales de mes sean mejores de lo previsto para convencer a la Fed de moderar sus subidas de tasas y retiro de liquidez. No obstante, reiteramos que en este momento pretender tomar decisiones de inversión basadas en vagas esperanzas de que el mercado alcista de bolsas de valores y criptomonedas se retomará pronto, sería un suicidio financiero.