La República Popular China está obsesionada con el control del orden mundial. El fanatismo de inspiración nacionalista del partido comunista es la punta de lanza de un implacable impulso de dominación global, tanto política como comercialmente.
Robert Spalding, quien es un estratega de seguridad nacional de Estados Unidos y un experto mundialmente reconocido en la competencia e influencia económica de China, ha hecho esta gran advertencia en su libro “War Without Rules: China’s Playbook for Global Domination”.
Cabe señalar que Robert Spalding se retiró de la Fuerza Aérea estadounidense como general de brigada, fue piloto del bombardero B-2 Stealth y director de planificación estratégica del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, es decir, el principal artífice de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
En su nuevo libro –basado en el manual de guerra chino “Unrestricted Warfare”–, Spalding señala que si se observa con atención todo lo que ha hecho China desde 1999 en todos los aspectos, desde sus relaciones económicas, militares, diplomáticas y tecnológicas con el resto del mundo- es como ver cómo cobra vida un plan maestro para dominar al mundo.
“Unrestricted Warfare” es el plan principal de los esfuerzos de China para desbancar a Estados Unidos como líder económico, político e ideológico del mundo, y muestra exactamente cómo el país asiático se propuso dominar a Occidente a través de una estrategia integral a largo plazo que incluye todo, desde el sabotaje corporativo hasta la ciberguerra y la diplomacia deshonesta; desde las violaciones del derecho comercial internacional y de la ley de propiedad intelectual hasta los abusos calculados del sistema financiero mundial.
Ese manual es la clave para descifrar el plan maestro de China para la dominación del mundo, que ha estado progresando de manera más constante y exitosa de lo que la mayoría de países se dan cuenta. “La manipulación de las políticas de COVID, el ocultamiento al mundo de sus orígenes y el montaje de una campaña masiva de desinformación para culpar a Estados Unidos son sólo ejemplos recientes”, asegura el experto.
Utilizar todos los medios, incluyendo la fuerza armada o no armada, militares y no militares, y medios letales y no letales para obligar al enemigo a aceptar los propios intereses, es el objetivo que se plantea en el manual del Partido Popular de China. Esta estrategia puede justificar la intromisión en todo tipo de asuntos de otro país: silenciar ideas o promover la discordia política, robar tecnología, verter productos para perturbar los mercados.
Este sólo es un pequeño número de las cosas que los ha hecho China:
- Aprovechar el COVID como un arma para utilizar en su beneficio, no como una crisis humanitaria que hay que resolver.
- El cambio climático es una moneda de cambio para obtener concesiones económicas de las élites mundiales a cambio de reformas que nunca pretenden hacer.
- Promover el espionaje empresarial a una escala superior a la que reconoce Estados Unidos.
- Ha lanzado implacables ciberataques contra empresas y gobiernos occidentales.
- Ha alimentado la mortífera crisis del fentanilo en Estados Unidos al permitir el contrabando de sustancias prohibidas.
- Utiliza mano de obra esclava para producir bienes como ropa para vender a los compradores occidentales.
A pesar de estas acciones, hoy en día muchas personas siguen intentando hacer negocios con China, ignorando la guerra sin reglas del PCCh.
“Igualmente preocupante es lo que se esconde detrás de las estrictas políticas de cero COVID de China, que aparentemente se implementaron en nombre de la seguridad pública, pero que han provocado paros en la fabricación y retrasos en los envíos a una escala global sin precedentes”, dijo Robert Spalding a Fox News.
Incluso señala que dejando a un lado la pandemia, el Partido Comunista Chino de Xi Jinping podría recortar fácilmente el suministro como forma de presión económica para obligar a Estados Unidos y a otros países occidentales a suavizar sus posiciones respecto a los abusos de los derechos humanos por parte de China, incluido el genocidio de su población uigur, mayoritariamente musulmana.
Incluso un modesto retroceso en la fabricación amenazaría a las economías mundiales al hacer subir el precio de las materias primas y desordenar los horarios de envío y las infraestructuras de entrega… algo que de hecho YA está sucediendo con los confinamientos producidos con la política de “COVID cero” de Beijing.
El avance y la estrategia chinas no son nada nuevo para quienes llevan años siguiendo el vertiginoso crecimiento y desarrollo del gigante asiático desde 1978, tras la muerte de Mao. Sin embargo, con la invasión de Rusia sobre Ucrania, ha quedado más que claro que el mundo nuevamente quedará dividido en dos: el bloque occidental encabezado por Europa, Estados Unidos y Japón, y el bloque oriental con China, Rusia e India en el liderazgo. Ojalá que el inevitable crecimiento de las tensiones entre ambos bandos no desencadene en un conflicto bélico de grandes dimensiones, pues sería catastrófico para el planeta. Aun así, lo que es inevitable es que el bloque oriental continúe avanzando hacia la “desdolarización” y hacia un empoderamiento de una nueva divisa o canasta de divisas común, que sin duda, tendrá como base de confianza y fortaleza al oro. Si en cambio en Occidente el camino sigue siendo el de la expansión permanente e ilimitada de dinero y crédito, su debacle será sólo cuestión de tiempo.