Leemos, en el Análisis Económico Ejecutivo, del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), correspondiente al 19 de abril, que “México tiene una posición privilegiada, tanto por el lado externo como por el interno, para restablecer una senda de crecimiento sólido con un potencial mejor que el de años recientes”, para lo cual “hay que tomar las decisiones y acciones acertadas de política económica para aprovechar esas oportunidades”, decisiones y acciones que son responsabilidad del gobierno, y cuyo objetivo debe ser, ¡va de nuevo!, recobrar la confianza de los empresarios, para que inviertan directamente más de lo que han invertido en los dos últimos años, inversiones directas de las que depende la producción de bienes y servicios, variable con la que se mide el crecimiento de la economía.
Más que mejorar el potencial del crecimiento de la economía mexicana, lo que debe hacerse es crear las condiciones necesarias y suficientes para actualizar el potencial que ya se tiene, y que abarca, desde el T-MEC, hasta empresas productivas y competitivas enganchadas a la globalización, y, muy importante, millones de mexicanos que sobreviven en la pobreza y que buscan superarla, no por obra y gracias de las dádivas gubernamentales, sino gracias a su trabajo, para lo cual se requiere, como condición necesaria, de más y mejores inversiones directas.
¿Qué hay que hacer para actualizar el potencial que ya se tiene? Cito al CEESP: “Sobra decir que para poder aprovechar todas las ventajas señaladas y afianzar el potencial, se requiere de un cambio de actitud del gobierno ante la inversión privada y pública. Hay que dar un viraje hacia políticas amigables a la inversión con transparencia y sin privilegios, pero con claridad y la seguridad del estado de derecho”.
El CEESP habla, tanto de la inversión privada, como de la pública, apuntando que “en 2020 la inversión total cayó 18.3% (la privada lo hizo en 19.9% y la publica en 7.8%)”, que “la privada acumuló nueve trimestres consecutivos a la baja (a partir de la creciente incertidumbre por las señales negativas emanadas del gobierno y su partido)”, y que “la inversión pública, por su parte, se ubicó en 2.6% del PIB, su nivel más bajo desde la década de los años 1930”, lo cual muestra la poca consideración que la 4T le tiene, no solo a la inversión privada, sino a la inversión en general.
El CEESP concluye señalando que “México tiene ahora posibilidades de no solamente lograr una recuperación del crecimiento económico, sino más aún, de incrementar su potencial. No obstante, el reto es que las políticas públicas se aboquen a ello con determinación”, precisamente lo que el gobierno no está dispuesto a hacer, mucho menos en el sentido de dar un giro de 180 grados.
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