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La economía presidencial

Tomado de la nota de Karina Suarez, de El País, del lunes 27: “El hombre más rico del mundo, Elon Musk, sí construirá una planta de la empresa Tesla en México. Fuentes cercanas al proceso de negociación han confirmado a EL PAÍS que el magnate ha llegado a un acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador para edificar una planta de autos eléctricos. Los detalles sobre la ubicación de la factoría y el monto de inversión se revelarían esta semana, ya sea por el propio mandatario, o en el marco del Investor Day de la empresa, que se realizará este miércoles”.

De los males el menor: menor porque al final de cuentas se trata de una inversión directa, que producirá bienes, contribuyendo al crecimiento de la economía, y creará empleos y generará ingresos, contribuyendo al bienestar de las personas; mal por la manera en la llega esa inversión directa a nuestro país, resultado de una negociación entre Elon Musk y AMLO, algo propio del capitalismo de compadres y de lo que, citando a Gabriel Zaid, podemos llamar la economía presidencial, que ya no se maneja desde Los Pinos, como en los tiempos en los que Zaid publicó su famoso libro (La economía presidencial, Editorial Vuelta, 1987), sino desde Palacio Nacional, pudiendo invertirse en México, como lo diría Gerardo Garibay (@GaribayCamarena), no por la justicia del Derecho sino por la gracia del señor presidente quien, así como canceló la construcción de un aeropuerto con un avance del 30 por ciento (octubre de 2018) y de una planta cervecera con un adelanto del 60 por ciento (marzo de 2019), dejando cadáveres a su paso, negocia con Elon Musk una inversión extranjera directa multimillonaria de más o menos 10 mil millones de dólares, que ojalá y no termine siendo otro cadáver.

Vale la pena recordar cómo inicia Zaid su libro: “El desastre económico de México no se debe a la adversidad. Se debe a que los recursos del país se fueron concentrando bajo la voluntad de un solo hombre (primero Luis Echeverría, 1970 – 1976, y luego José López Portillo, 1976 – 1982). Es el engendro resultante de cruzar la industria moderna con un sistema político premoderno”.

Parafraseando a Zaid: “El desastre económico de México no se debe a la adversidad. Se debe a que las decisiones importantes en materia de inversiones directas, desde la construcción de aeropuertos internacionales de primer mundo, hasta la de plantas automotrices de tecnología de punta, se fueron concentrando bajo la voluntad de un solo hombre (AMLO). Es el engendro resultante de cruzar la industria moderna con la intención de restaurar un sistema político premoderno”.

Sigo con Zaid: “El presidencialismo mexicano, que fue primero militar (lo está volviendo a ser), diplomático, político, se ha vuelto económico (también lo está volviendo a ser), para desgracia del país. La economía, que estuvo a cargo de empresarios (como lo estuvo, hasta cierto grado, en los sexenios del neoliberalismo), comunidades y ministros, se ha vuelto presidencial (muestra de que lo está volviendo a ser son los “desencuentros” de AMLO con los dos anteriores secretarios de Hacienda, Carlos Urzúa y Arturo Herrera). Desde mayo de 1973, ‘se maneja desde Los Pinos’, como dijo (para tranquilizarnos)[1] el presidente Luis Echeverría. Así fue, y así nos fue”.

Así está siendo nuevamente, y así nos está yendo de nuevo.

E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx

Twitter: @ArturoDammArnal


[1] Paréntesis de Zaid.

Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .