El fin es el consumo y la producción el medio: en la mayoría de los casos no puede consumirse si antes no se produce. Escribo en la mayoría de los casos porque hay algunos en los cuales no es necesario producir el satisfactor, como el aire con el cual satisfacemos la más apremiante de nuestras necesidades, respirar. Pero estos casos son excepcionales. En la gran mayoría, para satisfacer una necesidad, hay que producir el satisfactor, como sucede, por ejemplo, con todo lo que traemos puesto, desde los zapatos hasta los anteojos y la computadora en la cual escribo. La producción es el medio y el fin el consumo.
La producción de bienes y servicios depende de la inversión directa, que se destina a producir bienes y servicios, a crear empleos (para producir alguien debe trabajar), y a generar ingresos (a quien trabaja se la paga por hacerlo), inversión directa que depende de la inversión en instalaciones maquinaria y equipo, la inversión fija bruta, que proporciona la infraestructura física para llevar a cabo los procesos de producción, por lo que su comportamiento es un buen indicador del comportamiento de la inversión directa.
El consumo, entendido como el disponer del satisfactor para satisfacer la necesidad, depende, en la gran mayoría de los casos, de la compra de los bienes y servicios, por lo cuales hay que pagar un precio, para lo cual se necesita ingreso, para lo cual se necesita empleo, creación de empleos y generación de ingresos que dependen de las inversiones directas y, por lo tanto, de las inversiones fijas brutas en instalaciones, maquinaria y equipo.
Ya tenemos, para mayo, publicados por el INEGI, el Indicador Mensual de la Inversión Fija Bruta y el Indicador Mensual del Consumo Interno Privado en el Mercado Interno.
El primer mide el comportamiento de la Inversión Fija Bruta, que se realiza en instalaciones, maquinaria y equipo, buen indicador del comportamiento de la inversión directa, de la cual depende la producción de satisfactores.
El segundo mide la compra de bienes y servicios de parte de las familias residentes en el país, exceptuando la adquisición de bienes inmuebles y de objetos lujosos, por lo que es un buen indicador del consumo.
En ambos casos, en mayo, con relación a abril, hubo retroceso, muestra de que la economía mexicana se está “frenando”, lo cual sucede antes de alcanzar, después de la recesión que duró del segundo trimestre de 2019 al primero de 2021 (¡sumamos ocho trimestres consecutivos de decrecimiento en la producción, variable con la que se mide el crecimiento de la economía!), una “velocidad” aceptable.
El retroceso (ya sea por decrecimiento o por menor crecimiento) se dio, tanto en términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, como términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, retroceso en el comportamiento de dos variables, inversión directa, de la cual depende la producción, el empleo y el ingreso, y compra de bienes y servicios, de la cual depende el consumo y el bienestar de la gente, que es lo que realmente importa, bienestar que es el fin de las actividades económicas, desde la producción hasta el consumo. Si con todo ello no se logra mayor bienestar, nada de ello tiene sentido, y algo se está haciendo mal, precisamente lo que sucede en la economía mexicana.
Empiezo analizando la inversión directa, recurriendo al Indicador Mensual de la Inversión Fija Bruta del INEGI.
En abril, en términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, la inversión fija bruta en instalaciones maquinaria y equipo, parte esencial de la inversión directa, que produce bienes servicios, crea empleos y genera ingresos, creció 1.9 por ciento. En mayo decreció 1.2 por ciento.
En abril, en términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, la inversión fija bruta creció 8.4 por ciento. En mayo creció menos, 5.5 por ciento.
En mayo el nivel de la inversión fija bruta fue similar al que alcanzamos en noviembre de 2013 y resultó 11.99 por ciento menor que el máximo histórico de julio de 2018.
Continúo con el análisis del consumo, recurriendo al Indicador Mensual del Consumo Interno Privado en el Mercado Interno del INEGI.
En abril, en términos mensuales, la compra de bienes y servicios de parte de las familias residentes en el país, buen indicador del consumo, creció 0.7 por ciento. En mayo decreció 0.4 por ciento.
En abril, en términos anuales, la compra de bienes y servicios de parte de las familias residentes en el país, creció 8.0 por ciento. En mayo creció menos, 6.3 por ciento.
Hay que tener en cuenta que la compra de bienes y servicios de parte de las familias residentes en el país, en febrero pasado superó los niveles alcanzados antes de la recesión y estableció un máximo histórico, lo cual se repitió en marzo y abril pero no en mayo. Además hay que aclarar que, el que se haya logrado un máximo histórico en la compra de bienes y servicios, no quiere decir que las familias cuenten con todos los satisfactores necesarios para satisfacer correctamente sus necesidades. Lo que quiere decir es que nunca antes se había comprado tanto, lo cual no quiere decir que se haya comprado lo suficiente. Para lograr esto último todavía falta y depende de las inversiones directas, de la producción, de la creación de empleos, de la generación de ingresos, inversiones directas cuyo nivel en mayo fue similar al de noviembre de 2013.
De toda la información analizada la más preocupante es la relacionada con la inversión fija bruta, sobre todo el decrecimiento del 1.2 por ciento en mayo comparado con el crecimiento del 1.9 en abril, en un mes, mayo, en el cual la confianza de los empresarios para invertir directamente en México, según el Indicador de Confianza Empresarial del INEGI, alcanzó su nivel más alto (que resultó muy bajo) para 2022, 36.5 puntos en escala de 0 a 100 (0 total desconfianza, 100 confianza total). En junio bajó a 35.1 y en julio a 33.5, lo cual, probablemente, se traducirá en malos resultados en materia de inversión fija bruta en junio y julio, con las consecuencias sobre la producción de bienes y servicios, la creación de empleos, la generación de ingresos, el bienestar de las personas, mismo que se ve afectado, adicionalmente, por la inflación que, en la primera quince de julio, alcanzó, en términos anuales, 8.16 por ciento, la mayor en lo que va del siglo XXI y 5.16 punto porcentuales por arriba de la meta puntual de inflación que es tres por ciento.
La economía mexicana está “perdiendo vuelo” antes de haber alcanzado, después de la recesión, “la altitud de crucero”.
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