En el Foro Estrategia Banorte 2018 Alfonso Romo afirmó que “no estamos hablando de volver al pasado, ni de hacer nada diferente, sino de aprovechar lo que ya tenemos para crear más valor, más riqueza” y dejó claro que “el nuevo motor de la economía mexicana será la inversión privada, tanto nacional como extranjera”.
Llama la atención la afirmación de que no se hará nada diferente siendo que, si se ha de crear más riqueza, es decir, si ha de aumentar la producción de bienes y servicios, y con ella la creación de empleos y la generación de ingresos, muchas cosas deben de hacerse de manera diferente, y menciono un ejemplo: el cobro de impuestos que es, según el Índice de Competitividad Global 2017-2018, del Foro Económico Mundial, una de las principales causas que dificulta la inversión directa en México, de la cual depende la creación de riqueza.
En México urge una reforma tributaria que tenga como fin elevar la competitividad de la economía, su capacidad para atraer, retener y multiplicar inversiones directas, las que, según Romo, serán el nuevo motor de la economía, reforma que debe ser a favor del Impuesto Único a la Compra de Bienes y Servicios de Consumo Final, que muchos políticos, legisladores, funcionarios públicos y gobernantes consideran un disparate (¡no lo es!), por lo que difícilmente llegaremos a tenerlo, lo cual es una lástima ya que el mismo supone no cobrarle impuestos, ni a las inversiones (compras) de las empresas, ni a las utilidades (ganancias) de los empresarios, precisamente lo que se necesita para incentivar lo más posible las inversiones directas en el país, esas que, según Romo, serán el motor de la economía.
Si Romo afirma que durante el gobierno de AMLO serán las inversiones privadas el motor de la economía, debemos preguntarnos cuál ha sido el motor de la economía en este sexenio y los anteriores. La respuesta no deja lugar a dudas: las inversiones privadas, no las gubernamentales, que de hecho han caído, algo que pretende corregirse en el próximo gobierno, corrección necesaria, sobre todo si dichas inversiones se realizan correctamente.
Probablemente lo que Romo quiso decir, y esto no pasa de ser mi interpretación, es que durante el gobierno de AMLO se le dará prioridad al fomento de la inversión privada, con la intención de capar más de la que se ha captado en los últimos años, reto que deberá superarse si realmente se quiere, como lo ha dicho AMLO, que la economía crezca al 4 por ciento.
El crecimiento promedio anual de la economía este sexenio será del 2.5 por ciento. Por cada punto de crecimiento adicional del PIB se requieren anualmente, más o menos, 70 mil millones de dólares de inversión directa. Si hemos de crecer al 4 por ciento serán necesarios, en materia de inversiones directas, anualmente, 95 mil millones de dólares adicionales.
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