Para eliminar un efecto hay que eliminar su causa.
El efecto al que me refiero es el decrecimiento de la economía, que el año pasado fue del 8.5 por ciento, lo cual quiere decir que en 2020 la producción de bienes y servicios resultó 8.5 por ciento menor que en 2019, lo cual agravó el problema de la escasez, el hecho de que no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis.
Ese fue el efecto, ¿cuál fue su causa?
La producción de bienes y servicios depende de las inversiones directas, que se destinan a producir satisfactores, a crear empleos y a generar ingresos, inversiones que dependen de la confianza de los empresarios para invertir directamente, confianza que depende, entre otras cosas, pero de manera importante, de que el gobierno genere un ambiente amigable para los negocios, lo cual quiere decir que reconozca plenamente, defina puntualmente y garantice jurídicamente los derechos de los empresarios a la libertad individual para producir, ofrece y vender, y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder hacerlo, precisamente lo que la 4T no ha hecho. Al contrario, si algo ha hecho es crear un ambiente hostil para los negocios, a partir de una serie de decisiones que van, desde la cancelación del NAICM, pasando por la intención de eliminar el outsourcing, hasta la contrarreforma eléctrica.
Esas decisiones son la causa del decrecimiento de la economía, que es su efecto. Esta es la secuencia: malas decisiones = desconfianza empresarial = caída inversiones directas = contracción de la producción = decrecimiento de la economía. Para eliminar el efecto, el decrecimiento de la economía, hay que eliminar su causa, las malas decisiones, lo cual supone, no solo ya no tomar malas decisiones cara al futuro (¿habrá sido la contrarreforma eléctrica la última de esas malas decisiones?), sino revertir las que ya se tomaron, lo cual implica, desde retomar la construcción del NAICM, hasta cancelar la contrarreforma eléctrica, es decir, dar un giro de 180 grados, algo que la 4T no está dispuesta a hacer, por lo cual tendremos que conformarnos con que, en el futuro, ya no se tomen decisiones que generen más desconfianza entre los empresarios, que ocasionen más caídas en las inversiones directas, que den como resultado más contracciones en la producción, que mantengan, en el peor de los casos, el decrecimiento de la economía y, en el mejor, que provoquen un crecimiento mediocre, como ha sido el de los últimos cuarenta años.
En la última encuesta del Banco de México a los especialistas en economía del sector privado, estos pronostican (promedio de las 34 respuesta recibidas), para los próximos diez años, un crecimiento promedio anual de la economía del 2.0 por ciento, mediocre, muy mediocre.
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