Gasolina: costo, precio, impuesto

Cada vez que baja el precio del petróleo, tal y como ha sucedido estos días, mucha gente se pregunta por qué no baja también el precio de la gasolina. La respuesta es: porque el precio de cualquier bien o servicio no está determinado por su costo de producción, sino por la relación entre su oferta y demanda. El caso de la gasolina no es excepción.

Supongamos, por litro de gasolina, un costo de producción de 5 pesos y un precio de 10. Supongamos, para continuar, que el precio del petróleo, materia prima para producir gasolina, representa el 50 por ciento del costo de producción de cada litro, es decir, 2.50 pesos. Supongamos, para terminar, que el precio del petróleo baja, de tal manera que el costo de producción del litro de gasolina queda en 3.75 pesos.

Esta reducción en el costo de producción, ¿debe traducirse en una reducción, equivalente o no, en el precio de la gasolina? No, de ninguna manera, y por la razón ya dicha: al precio lo determina la relación entre la oferta y la demanda de gasolina, no su costo de producción. Si el costo baja, pero la relación oferta – demanda permanece igual, el precio permanecerá igual, en beneficio del oferente, quien verá aumentada su ganancia.

Antes de la baja en el costo de producción, causada por la baja en el precio del petróleo, el oferente obtenía una utilidad de 5 pesos ($10 – $5 = $5), equivalente al 100 por ciento. Dada la reducción en el costo de producción, y dado que el precio no varió, la ganancia del oferente aumentó a 6.25 pesos ($10 – $3.75 = $6.25), que equivale al 166.67 por ciento.

Todo lo anterior suponiendo que el gobierno no interviene, intervención que puede darse en la forma de impuestos, cuyo efecto es aumentar la cantidad de dinero que el comprador debe desembolsar al adquirir gasolina, y que conviene distinguir del precio, que es la cantidad que el comprador desembolsa (voluntariamente) a favor del vendedor, diferente de la que desembolsa (obligatoriamente) a favor del gobierno. Una es la cantidad que paga como consumidor y otra la que le cobran como contribuyente y, repito, conviene distinguirlas, sobre todo cuando, como sucede en México, la gasolina está gravada con el Impuesto al Valor Agregado, el IVA, y con el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, el IEPS, que sube o baja en función de las necesidades de ingresos del gobierno, que son muchas y crecientes.

Además de todo lo anterior hay que considerar el grado de competencia entre oferentes de gasolina, competencia que en México deja mucho que desear y que, en el futuro inmediato, dejara más que desear.

Por más que baje el precio del petróleo veo difícil que se dé una reducción, mucho menos importante, en el precio de la gasolina.

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Twitter: @ArturoDammArnal

Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .