Al regresar de la escuela secundaria a mi casa en las tardes, platicaba con frecuencia con mi vecino, líder obrero de los trabajadores de los muelles de Veracruz. Llegó a ser Presidente Municipal, pero siguió viviendo en su misma casa de madera, junto a la de mi familia. De ese personaje conocido como “El negro García”, escuche las primeras lecciones de socialismo teórico.
Era un hombre honesto, antes y después de ser líder obrero y presidente municipal.
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Para él, en el sistema socialista, refiriéndose a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, los trabajadores vivían mejor que en México. Aunque nunca viajó a la URSS, lo que leía en aquel tiempo lo convenció que un sistema parecido al de la URSS representaba lo mejor para los trabajadores mexicanos.
En los años 60 se hablaba de la Cortina de Hierro, para referirse a lo difícil que era entrar y conocer la situación real de los trabajadores en el primer país declarado oficialmente socialista.
En 1973, hace 47 años, me casé, mi viaje de luna de miel fue a Moscú, también visité Stalingrado, ahora San Petersburgo. Después fuimos a varios países de Europa Oriental: Yugoslavia, Checoslovaquia, ahora dividida, Hungría, Polonia y Berlín Oriental, antes de que derribaran el Muro. Fue mi primer contacto con el socialismo real.
Al regreso de ese viaje un amigo me pidió mi opinión sobre lo que observé. La respuesta la resumí en una palabra “gris”. No vi una sola sonrisa en la gente que traté en esos países. Escasez y colas para conseguir alimentos, zapatos y ropa. Espera de años para obtener un departamento o un automóvil. El dinero no compraba casi nada, sí los contactos con los funcionarios repartidores de lo poco que había.
Recuerdo que la guía de Moscú, que invitábamos a comer con nosotros, cuando terminábamos, discretamente, metía a su bolsa las sobras que dejábamos en los platos. En el restaurante del hotel, cerca de la Plaza Roja, solo aceptaban dólares.
Al año siguiente de la muerte de Mao visité China. El principal medio de transporte de mercancías eran carretas jaladas por hombres y mujeres. En las calles observé muchas personas sentadas en las banquetas sin empleo. La mayoría del pueblo podía aspirar como máximo a tener una bicicleta para transportarse. Solo los altos funcionarios e importantes miembros del partido tenían auto, propiedad del gobierno.
Vestían traje gris de casimir, mientras el pueblo camisa y pantalón de algodón. Cada año el gobierno les daba dos juegos de ropa, uno azul y otro verde. No había clase media, solo pobres, el pueblo, y ricos, los altos funcionarios del gobierno, del partido y los directores de las empresas estatales.
Deng Xiaoping, sucesor de Mao, abandonó el socialismo real porque solo generó pobreza, y abrió China a la empresa privada desde principios de los años 80. Reconoció el fracaso del socialismo para reducir la pobreza.
En China el socialismo maoísta logró la igualdad de la mayoría en la miseria. Al reparto de la riqueza por el gobierno se le llamó pobreza compartida.
También en los años 70 visite Cuba, escasez de todo, colas y tarjeta de racionamiento, más prostitución que con Batista y escasez de medicamentos.
Los cotidianos envíos a familiares de lentes, ropa y medicinas desde Miami a la Habana, son pruebas de la escasez de casi todo en Cuba. De tener sus habitantes de los niveles de vida más altos de Latinoamérica, antes de la llegada de Castro, se convirtió en uno de los países más pobres de la región.
La falta de oportunidades para progresar llevó, según datos de la ONU, a la emigración de un millón 654 mil cubanos, desde que llegó Castro hasta el 2019, cantidad equivalente a casi al 15% de su población total.
La mayoría de extranjeros que se encuentran en la frontera mexicana con EUA, tratando de entrar legal o ilegalmente al país símbolo del capitalismo, son cubanos.