Uno de los principales problemas que enfrentamos, comenzando por los contribuyentes, a quienes el gobierno nos obliga a financiarlo, es la multiplicación de tareas que éste lleva a cabo, lo cual ocasiona la degeneración del gobierno en gobierno ángel de la guarda y gobierno hada madrina.
El gobierno gobierno es el que realiza las legítimas tareas del gobierno: garantizar la seguridad contra la delincuencia; impartir justicia; proveer los bienes públicos, que realmente lo sean, y que realmente deban ser provistos; organizar la convivencia en los espacios públicos; corregir externalidades negativas. El gobierno ángel de la guarda es el que pretende preservarnos de todos los males, inclusive de los que podamos hacernos a nosotros mismos, y el gobierno hada madrina es el que pretende concedernos todos los bienes, desde la cuna hasta la tumba.
Con relación al gobierno ángel de la guarda debemos preguntarnos si es legítima tarea del gobierno preservarnos de todos los males. No. Respecto al gobierno hada madrina la pregunta es si el gobierno debe concedernos todos los bienes. Tampoco. La pregunta pertinente no es qué puede hacer el gobierno (desde preservarnos de todos los males hasta concedernos todos los bienes), sino qué debe hacer, cuáles son sus legítimas tareas. El gobierno debe ser gobierno, y nada más, y cada vez que pretende ser desde hada madrina hasta ángel de la guarda asume responsabilidades de los ciudadanos, contribuyendo a su transformación en ciudadanos irresponsables.
Las reflexiones anteriores vienen a cuento porque nos enteramos que el gobierno mexicano se unió a la Coalición Mundial por la Felicidad (CMF). Según Paulina Terrazas Valdés, responsable de la Unidad de Proyectos Especiales de la Jefatura de la Oficina de la Presidencia de la República, “de lo que se trata es de comenzar a repensar en la felicidad como uno de los objetivos del Gobierno, aunque el término felicidad puede ser aún hoy muy controvertido”. ¿El gobierno encargado de la felicidad de los ciudadanos? ¿En qué sentido? ¿Por qué medios? ¿En qué grado? ¿Con qué recursos? “La felicidad, en esa medida, se convierte no sólo en una meta y en una visión sino también en una potencial política pública”, afirmó Terrazas. Política pública, ¿de qué secretaría dependerá? ¿Se creará la Secretaria de la Felicidad? ¿Cuánto costará? ¿De dónde saldrá el presupuesto?
Llevado al absurdo tal afán podría convertirse en una orden: “Haz lo que yo te diga y serás feliz”. Si el gobierno es tan soberbio como para creer que puede lograr la felicidad de la gente a golpe de políticas públicas, ¿no lo será también para creer que él, y solo él, sabe qué es lo que verdaderamente hará feliz a la gente? Todo ello, ¿no supone llevar hasta límites peligrosos al gobierno ángel de la guarda y hada madrina? Todo esto, ¿no les recuerda Un Mundo Feliz de Huxley?
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