“Si el trabajo fuese bueno, no le pagarían a alguien por hacerlo” exclamaba el parroquiano mientras sorbía en su taza de café. El trabajo es uno de los pilares angulares de la conformación de nuestra sociedad, economizada hasta en los sueños. Los países miden su desarrollo a partir de su potencial laboral. Mientras su importancia sube, y se humaniza más, pues la automatización está revelando nuevos espacios de trabajo humano. Los paquetes de atracción de talento, hace unos años solo era un recurso humano, compiten por detonar nuevos esquemas de colaboración, conexión y compromiso. Las presiones competitivas de una nueva economía de compromiso laboral presionan constantemente y aunque la oferta crece la demanda se mantiene ante generaciones expectantes de escuchar el nuevo discurso que explique cómo funciona el futuro prometedor. Antes era trabajar y disfrutar del júbilo de la vejez, pero ahora el discurso aún está susurrante.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información, INEGI ha circulado los indicadores de ocupación y empleo, en estos datos se aprecia un ligero aumento en la Población Económicamente Activa, medido contra el mismo periodo del año pasado, el aumento es de 491 mil personas. Mientras que la población no económicamente activa creció 177 mil. Un indicador importante que ofrece el estudio es la cantidad de personas subocupadas, es decir, aquellas que declararon tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, son 4.7 millones, es decir un 8.3% de la población ocupada. Los indicadores muestran cierto éxito, aunque en muy poca medida, según el crecimiento poblacional, la tasa de desempleo disminuyó un 0.1 puntos porcentuales y la tasa de subocupación lo hizo 0.7%. La brecha entre hombres y mujeres sigue siendo todo un tema y se perciben mayores dificultades en el trabajo y el ascenso en el mismo si se es mujer a si se es hombre.
Por las mismas fechas el Banco de México presentó su informe trimestral destacando un panorama atípico como resultado de las repercusiones de la pandemia y el conflicto bélico actual. La inflación global se ha mostrado al alza en algunas economías mostrando números históricos, por lo mismo las expectativas de crecimiento se han ido sugiriendo a la baja. En un nuevo ajuste a sus expectativas de crecimiento, la economía nacional, según este órgano central, prevé un crecimiento de PIB para 2022 de entre 1.7% y 2.7% con una estimación central de 2.2%. Para 2023 se anticipa una expansión del PIB de entre 0.8 y 2.4% con una estimación central de 1.6%. Este último contrasta con el informe del trimestre anterior que indicaba un 2.4% de expansión. Ambos paquetes de información parecen coincidir en la necesidad de generar esquemas de empleo con un mayor dinamismo. El futuro del empleo sin duda alguna está cambiando, es evidente que el empleo vitalicio ha quedado como una época histórica, y que el futuro se antoja no con más empleados sino con mayor número de empleadores. Afirmaba una estudiosa de la economía: “mi padre tuvo un empleo durante toda su vida, yo he tenido seis empleos durante mi vida, mis hijos tendrán seis empleos simultáneamente” y esa es una realidad, el dinamismo y nuevas formas de contratación están impulsando nuevos esquemas de combinación a los que conviene estar preparados.