Capital es todo aquello que necesitamos los seres humanos para producir, desde instalaciones, maquinaria y equipo, capital físico, hasta conocimientos, habilidades y actitudes, capital humano, capitales que son complementarios: las instalaciones, la maquinaria y el equipo, sin alguien con los conocimientos, habilidades y actitudes para poder aprovecharlos no sirven, de la misma manera que los conocimientos, habilidades y actitudes, sin las instalaciones, la maquinaria y el equipo sobre los que ejercerlos, tampoco sirven.
El capital humano (conocimientos, habilidades y actitudes), se forma sobre tres pilares: alimentación, atención médica, y educación y capacitación, que pueden ser formales o informales, sin olvidar que la mejor capacitación y educación laboral es el trabajo mismo.
Si por inversión directa entendemos todo gasto destinado a mejorar las capacidades productoras y productivas (que no son las mismas, por más que estén relacionadas), de una economía, puede invertirse en investigación científica y desarrollo tecnológico; en instalaciones, maquinaria y equipo; en infraestructura de comunicaciones y trasportes; en educación y capacitación, es decir, en capital humano, del que surgen la investigación científica y desarrollo tecnológico; las instalaciones, maquinaria y equipo; la infraestructura de comunicaciones y trasportes y, lo más importante, su mejora y multiplicación. De todos los capitales posibles el más importante es el humano, y es por eso que resulta preocupante lo que, en materia de la educación escolarizada, que no es la única pero sí importante, está sucediendo en México consecuencia del Efecto Covid-19.
Según la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación 2020, del INEGI, para el ciclo escolar 2020-2021 5.2 millones de alumnos, de entre 3 y 29 años, desertaron de la escuela, de la educación formal. 2.3 millones por causas directamente relacionadas con la pandemia: porque consideran la educación a distancia poco funcional (26.6 por ciento), porque los padres perdieron su empleo (25.3 por ciento), porque no cuentan con los dispositivos electrónicos e Internet para tomar clases virtuales (21.9 por ciento), y 2.9 millones más no ingresaron por falta de recursos (26.2 por ciento), por causas no directamente relacionadas con la pandemia.
El que hayan desertado de la educación formal no quiere decir que, necesariamente, hayan desertado de todo tipo de educación, ya que existe la educación informal (poco valorada en una época que pone demasiado énfasis en los certificados, diplomas y títulos), y la capacitación laboral (que es muy eficaz). De los 5.2 millones de niños y jóvenes que desertaron de la educación formal, ¿cuántos recurrirán a la educación informal y/o a la capacitación laboral?
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