Las acciones del gobierno, dado el poder que tiene para beneficiar o perjudicar, deben ser neutrales, sobre todo cuando de adquirir bienes y servicios, o de contratar obra pública, se trate. ¿Cómo se logra la neutralidad, de tal manera que el gobierno no beneficie a unos perjudicando a otros? Por medio de licitaciones, que le permiten al gobierno elegir al oferente o contratista que, cumpliendo con las especificaciones del caso, pueda proveerlo a menor precio, con mayor calidad, con mejor servicio. Lo ideal es que, desde la compra de lápices, hasta la construcción de obra pública, se decidan por medio de licitaciones abiertas y transparentes.
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