“La política debe estar por encima de la economía”, dijo AMLO, frase que confirma que es una amenaza para la economía. La mayoría los resultados económicos obtenidos hasta el momento, desde el comportamiento de la inversión fija bruta, parte importante de la inversión directa, hasta la producción de bienes y servicios, con la que se mide el crecimiento de la economía, lo confirman, consecuencia de decisiones, como la cancelación de la construcción del NAICM, por las que AMLO puso a la política por encima de la economía.
¿Qué quiere decir que la política debe estar por encima de la economía? Que las respuestas a las preguntas qué producir, cómo producirlo, y para quién producirlo, deben darlas, no los agentes económicos, sino los políticos, invadiendo un campo de la acción humana, la economía, que no les corresponde, sustituyendo a los agentes económicos, desde los productores, al inicio del proceso económico, hasta los consumidores, al final del mismo, en la toma de decisiones.
Ejemplo lo tenemos en el caso del NAICM. ¿Quiénes deben decidir si se construye o no un aeropuerto? Los empresarios, dispuestos a invertir sus capitales para construirlo, con la intención de obtener ganancias, en función de la expectativa de la demanda que tendrá el aeropuerto una vez terminado.
En todo ello, ¿cuál debe ser la tarea del gobierno? Garantizar los derechos contractuales de los agentes económicos involucrados, productores, oferentes y vendedores por un lado, demandantes, compradores y consumidores por el otro, lo cual, dicho sea de paso, es la tarea esencial de cualquier gobierno: garantizar los derechos de los ciudadanos, en este caso de los agentes económicos, lo cual es hacer valer el Estado de derecho, que es el gobierno de las leyes justas, siendo tales las que reconocen plenamente, definen puntualmente y garantizan jurídicamente los derechos de las personas. Sin Estado de derecho no hay economía que funcione lo mejor posible.
La economía deben gestionarla los agentes económicos, no los políticos, lo cual no quiere decir que la economía deba estar por encima de la política, sino que debe estar al margen de la política, de la misma manera que la política debe estar al margen de la economía. Se trata de esferas de la acción humana distintas, con fines distintos (la satisfacción de las necesidades en el caso de la economía, la superación del conflicto en el caso de la política), y medios distintos (desde la producción hasta el consumo de satisfactores, en el caso de la economía; desde el diálogo hasta la negociación en el caso de la política), por lo que no tiene sentido pretender que la política esté por encima de la economía, como tampoco lo tiene el desear que la economía esté por arriba de la política.
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