La evolución de algunas variables económicas ha llevado a algunos a afirmar que la economía va por buen camino. Por ejemplo, la revaluación del tipo de cambio peso – dólar o los aumentos al salario mínimo, salario mínimo que, en lo que va de la 4T, ha aumentado en términos reales (los aumentos nominales han sido mayores que la inflación observada); tipo de cambio que, en lo que va del sexenio, ha bajado desde 25.12 pesos por dólar (24 de marzo de 2020, máximo intrasexenal), hasta 17.97 (8 de marzo de 2023, mínimo intrasexenal), nada de lo cual debe confundirse con un buen desempeño, general, de la economía.
El desempeño general de la economía debe medirse por su dinamismo y estabilidad. El dinamismo se mide por el crecimiento, que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, el Producto Interno Bruto. La estabilidad se mide por la preservación del poder adquisitivo del dinero, que se mide por el comportamiento del Índice Nacional de Precios al Consumidor. Lo ideal es que el crecimiento (dinamismo) sea el mayor posible y que la inflación (inestabilidad) sea la menor posible. Lo mínimo aceptable es que la tasa de crecimiento sea mayor que la tasa de inflación.
¿Cuál ha sido el desempeño general de la economía en este sexenio? Analizo primero lo que ya pasó, de 2019 a 2022, para luego hacerlo con lo que se espera que pase, de 2023 a 2024, comenzando por el crecimiento y siguiendo con la inflación, tomando como punto de comparación 2018, último año del gobierno anterior.
En 2018, 2019, 2020, 2021 y 2022 la economía creció, respectivamente, 2.18 por ciento, menos 0.18, menos 8.23, 5.53 y 3.08, 0.05 por ciento, promedio anual, entre 2019 y 2022.
En 2018, 2019, 2020, 2021 y 2022 la inflación fue, respectivamente, 4.83 por ciento, 2.83, 3.15, 7.36 y 7.82, 5.29 por ciento, promedio anual, entre 2019 y 2022.
Para 2023 y 2024 se proyecta, según la media de las 36 respuestas recibidas por el Banco de México en su encuesta de febrero a los economistas del sector privado, un crecimiento de 1.16 y 1.74 por ciento, por lo que, suponiendo que ese sea el resultado, el crecimiento promedio anual de la economía mexicana este sexenio será 0.52 por ciento.
Para 2023 y 2024 se proyecta, según los resultados de la encuesta del Banco de México, una inflación de 5.34 y 4.02 por ciento, por lo que, suponiendo que ese sea el resultado, la inflación promedio anual en la economía mexicana este sexenio será 5.09 por ciento.
Este sexenio: crecimiento promedio anual, 0.52 por ciento; inflación promedio anual, 5.09 por ciento. Poco dinamismo y mucha inestabilidad, con la tasa de inflación (5.09) muy por arriba de la tasa de crecimiento (0.52), siendo que, ¡lo mínimo aceptable!, es que la tasa de crecimiento sea mayor que la tasa de inflación, algo que no se logrará en ninguno de los seis años de la 4T.
Para 2023 se espera que el crecimiento (1.16) sea menor que el de 2022 (3.08), malo, y que la inflación (5.34) sea menor que la de 2022 (7.86), bueno, pero todavía por arriba de la meta del Banco de México (3.00).
Para 2024 se espera que el crecimiento (1.74) sea mayor que el de 2023 (1.16), bueno, pero todavía muy bajo, y que la inflación (4.02) sea menor que la de 2023 (5.34), bueno, pero todavía por arriba de la meta del Banco de México (3.00).
¿Cómo se compara este sexenio con los anteriores?
El desempeño general de la economía debe medirse por su dinamismo y estabilidad, dinamismo medido por el crecimiento, medido por el comportamiento de la producción; estabilidad medida por la preservación del poder adquisitivo del dinero, medido por el comportamiento del índice de precios. Lo ideal es que el crecimiento (dinamismo) sea el mayor posible y que la inflación (inestabilidad) sea la menor posible, y lo mínimo aceptable es que el crecimiento sea mayor que inflación.
Dando por buenas las proyecciones, para 2023 y 2024, de los economistas del sector privado, encuestados por el Banco de México en febrero pasado, en promedio anual el crecimiento este sexenio será 0.52 por ciento y la inflación 5.09 por ciento, crecimiento muy bajo (poco dinamismo), inflación muy elevada (mucha inestabilidad), con la inflación (5.09) muy por arriba del crecimiento (0.52), por lo que, en general, los resultados económicos de la 4T dejarán mucho que desear. ¿Cómo se compararán, desde la perspectiva del dinamismo y la estabilidad, con los de sexenios anteriores?
Comparo, para no irme muy atrás en el tiempo, el sexenio de la 4T con los cinco sexenios anteriores, calificados de neoliberales (cualquier cosa que eso signifique): el de Salinas, 1988-1994; Zedillo, 1994-2000; Fox, 2000-2006; Calderón, 2006-2012; Peña, 2012-2018.
A continuación presento el crecimiento promedio anual para los sexenios de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña: 4.08 por ciento, 3.34, 1.99, 1.73 y 2.45. Todos muy por arriba del crecimiento promedio anual de la 4T, 0.52 por ciento.
A continuación presento la inflación promedio anual para los sexenios de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña: 15.90 por ciento, 22.55, 4.44, 4.28 y 4.19. Los dos primeros muy por arriba de la inflación promedio anual de la 4T, 5.09 por ciento, los tres últimos por debajo.
Hay que tener en cuenta que el crecimiento depende parcialmente del gobierno, que debe hacer valer el Estado de Derecho en el ámbito económico, y que la inflación depende totalmente del Banco de México, que es el banco central del Estado mexicano, no del gobierno federal, y que debe controlar la cantidad de dinero que se intercambia en la economía para que ésta no crezca ni decrezca (dependiendo del tipo de presiones que se generan en los mercados, inflacionarias o deflacionarias) de manear excesiva, con el objetivo de preservar el poder adquisitivo del dinero.
En ninguno de los sexenios analizados se logró lo mínimo aceptable: que el crecimiento sea mayor que la inflación. En promedio anual, entre 2001 y 2018, el crecimiento fue 2.72 por ciento y la inflación 10.27 por ciento, muy por arriba de la tasa de crecimiento.
Estos resultados muestran que el gobierno federal no ha hecho todo lo que debe hacer, sobre todo en materia de Estado de Derecho, para lograr un mayor crecimiento de la economía, con todo lo que ello implica en términos de empleos, ingresos y bienestar, y que el Banco de México no ha hecho todo lo que debe hacer para, por lo menos, conseguir su meta de inflación, tres por ciento.
El gobierno federal y el banco central le han fallado a la economía mexicana, cuyas condiciones generales dejan mucho que desear, desde que se inició la inflación elevada y sostenida en 1973 y se perdió el crecimiento elevado y sostenido en 1982.
El desempeño general de la economía debe medirse por su dinamismo (crecimiento) y estabilidad (poder adquisitivo del dinero). El crecimiento (dinamismo) debe ser el mayor posible y la inflación (inestabilidad) la menor posible. Lo mínimo aceptable es que la tasa de crecimiento sea mayor que la tasa de inflación.
Ya vimos que, en promedio anual, el crecimiento este sexenio será 0.52 por ciento y la inflación 5.09 por ciento, poco dinamismo (crecimiento muy bajo), mucha inestabilidad (inflación muy elevada), con la tasa de crecimiento (0.52) muy por debajo de la tasa de inflación (5.09), con el impacto que ello tiene, por el lado del crecimiento, en la creación de empleos, la generación de ingresos y la consecución del bienestar, que requiere de empleos e ingresos, y, por el lado de la inflación, nuevamente en el bienestar, que requiere de, por lo menos, la preservación del poder adquisitivo del dinero y, por lo más, de su aumento (deflación). Los resultados económicos de la 4T, en términos generales, dejarán mucho que desear.
Ya vimos cómo se comparará la 4T, en dinamismo y estabilidad, con los cinco sexenios anteriores (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña), en los cuales, en promedio anual, estos fueron los resultados, mencionando primero crecimiento y luego inflación. Salinas: 4.08 y 15.90. Zedillo: 3.34 y 22.55. Fox: 1.99 y 4.44. Calderón: 1.73 y 4.28. Peña: 2.45 y 4.19, todos con el crecimiento por debajo de la inflación, no lográndose el mínimo aceptable: que el crecimiento sea mayor que la inflación.
Analizo ahora la recuperación de la economía después de las tres recientes recesiones: 1995, Efecto Tequila; 2009, Gran Recesión; 2020, efectos 4T y Covid, centrando la atención en la fuerza de Efecto Rebote, que tiene lugar cuando, después de tener resultados muy malos se obtienen, consecuencia de un efecto estadístico, relacionado con un punto de comparación muy bajo, resultados muy buenos. La recuperación en forma de V.
En 1995, el año del Efecto Tequila, consecuencia del Error de Diciembre de 1994, la economía decreció 6.25 por ciento. En 1996 creció 6.55 por ciento. La tasa de crecimiento durante el Efecto Rebote fue mayor que la tasa de decrecimiento el año anterior. Aquella recesión duró cuatro trimestres, del primero de 1995 al cuarto del mismo año.
En 2009, el año de la Gran Depresión, que no hay que confundir con la Gran Recesión de los años treinta del siglo pasado, la economía decreció 5.08 por ciento. En 2010 creció 5.13 por ciento. Nuevamente, la tasa de crecimiento durante el Efecto Rebote fue mayor que la tasa de decrecimiento el año anterior. Aquella recesión duró cinco trimestres, del cuarto de 2008 al cuarto de 2009.
En 2020, consecuencia de los efectos 4T y Covid, la economía decreció 8.23 por ciento. En 2021 creció 5.53 por ciento. En esta ocasión, la tasa de crecimiento durante el Efecto Rebote fue menor que la tasa de decrecimiento el año anterior. Aquella recesión duró ocho trimestres, del segundo de 2019 al primero de 2021, la más larga hasta el día de hoy.
Con crecimiento promedio anual de 0.52 por ciento, y con inflación, también promedio anual, del 5.09 por ciento, los resultados generales de la 4T, en materia económica, serán malos. Un buen resultado hubiera sido el contrario: crecimiento del 5.09 e inflación del 0.52, algo que se ve difícil.
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