En estos momentos, por como están las cosas, uno de los indicadores económicos más importantes es el Índice de Confianza Empresarial, ICE, con el que el INEGI mide, a partir de las respuestas que los encuestados dan a cinco preguntas, la confianza de los empresarios, de la cual dependen las inversiones directas, de las cuales dependen la producción de bienes y servicios, variable con la que se mide el crecimiento de la economía, la creación de empleos y la generación del ingreso, variables que determinan el bienestar de las familias.
El ICE va de 0 a 100 puntos. Entre 0 y 50 hay desconfianza, entre 50 y 100 hay confianza. 0 es igual a total desconfianza y 100 a confianza total.
En octubre el ICE para los empresarios de la manufactura, la construcción y el comercio se ubicó en 42.1 unidades, igual a desconfianza. Un año antes, octubre 2019, se ubicó en 49.6 unidades y el mes anterior, septiembre 2020, en 41.4. En términos anuales, comparando octubre de 2020 con octubre de 2019, la desconfianza empresarial aumentó. En términos mensuales, comparando octubre con septiembre, disminuyó. En ambos casos hubo desconfianza. Para octubre de los últimos cuatro años este fue el resultado: 2017, 50.7 unidades; 2018, 52.1; 2019, 49.6; 2020, 42.1. Sumamos dos años con mayor desconfianza.
Con relación a la pregunta (una de las cinco que se hacen), de si el actual es un buen momento para invertir directamente México, el ICE se ubicó en octubre pasado en 20.8 unidades. En octubre de 2019, un año antes, se ubicó en 32.3 unidades y en septiembre pasado, un mes antes, en 19.3. En términos anuales la desconfianza empresarial aumentó. En términos mensuales disminuyó. En los dos casos hubo desconfianza. Para octubre de los últimos cuatro años este fue el resultado: 2017, 40.3 unidades; 2018, 39.5; 2019, 32.2; 2020, 20.8. Sumamos tres años con mayor desconfianza de los empresarios para invertir directamente en el país.
En 2017 y 2018, antes del inicio de la 4T, ya había desconfianza de los empresarios para invertir directamente en México. Ante esa situación la tarea de la 4T era convertir esa desconfianza en confianza, con el fin de lograr más inversiones directas, más producción de bienes y servicios, más creación de empleos, más generación de ingresos, condiciones necesarias para conseguir mayor bienestar para las familias, tarea que la 4T no fue capaz de realizar. Al contrario, lo que ha logrado, por razones que van desde la cancelación del NAICM hasta la intención de acabar con las empresas de outsourcing, es generar mayor desconfianza, que ya se tradujo en menos inversiones directas, en menos producción, menos empleos, menos ingresos y menor bienestar, y así seguiremos mientras la desconfianza empresarial no se convierta en confianza.
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