Hemos visto lo que ha pasado, en los últimos meses, en algunos ámbitos de la economía: (i) entre septiembre de 2023 y marzo de 2024 las inversiones directas crecieron, en promedio mensual, 15.86%, y un año después, de septiembre de 2024 a marzo de 2025, decrecieron 4.06%; (ii) de diciembre de 2023 a marzo de 2024 las compras de bienes y servicios crecieron, en promedio mensual, 4.97%, y un año después, entre diciembre de 2024 y marzo de 2025, decrecieron 0.87%; (iii) de enero a mayo de 2024 se crearon 324,613 nuevos empleos formales, y entre enero y mayo de 2025 se crearon 133,665, 58.82% menos; (iv) la inflación pasó, entre enero y mayo, de 3.59% a 4.42%, ubicándose por arriba de la máxima aceptable según el Banco de México (4%); (v) contrario lo que prescribe la receta (si la inflación aumenta la Tasa de Interés Interbancaria debe subir, o por lo menos no bajar), la Junta de Gobierno del banco central la ha bajado; (vi) en términos generales, en materia de producción, ventas y exportaciones, tanto si se trata de vehículos ligeros, como de pesados, los resultados de mayo de este año se comparan desfavorablemente con los de mayo de hace un año, o por haber pasado de crecimiento a decrecimiento, o de decrecimiento a decrecimiento mayor.
Todo lo anterior forma parte de un escenario de menor crecimiento con mayor inflación, resultado contrario a la que debería ser: mayor crecimiento y menor inflación, hasta conseguir que el crecimiento sea mayor que la inflación, algo que no logramos desde la década de los años sesenta del siglo pasado.
¿Quiere decir lo anterior que estamos en la antesala de una crisis económica? Todo depende de qué entendamos por crisis económica. Si por ello entendemos recesión (dos o más trimestre consecutivos de crecimiento negativo), más un fuerte repunte en la inflación (que en nuestro caso supondría volver, en un par de meses, a inflaciones de dos dígitos, mayores al 10%, y con tendencia a la alza), más una fuerte depreciación del peso frente al dólar, y con tendencia a la alza, más un considerable aumento en las tasas de interés, y con tendencia a la alza, la respuesta es no. Si por crisis económica entendemos la combinación de los cuatros elementos señalados no se prevé una.
Lo que ya tenemos es un menor crecimiento de la economía: en términos anuales (comparando cada trimestre con el mismo trimestre del año anterior), durante el primer trimestre de 2023 la economía creció 3.9% (crecimiento medido por el comportamiento de la producción de bienes y servicios para el consumo final, el Producto Interno Bruto, PIB); a lo largo del primer trimestre de 2024 el crecimiento fue menor, 1.8%, y durante el primer trimestre de 2025 resultó todavía menor, 0.6%. Ya tenemos un menor crecimiento de la economía.
Según el promedio de las 44 respuestas recibidas por el Banco de México en la encuesta de mayo a los economistas del sector privado, la expectativa de crecimiento para el segundo y tercer trimestres del año es: menos 0.30% y menos 0.41%. Podríamos sumar dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, de recesión.
¿Menor crecimiento? Sí. ¿Recesión? Probablemente sí. ¿Crisis económica? No.
De los males el menor, pero mal al final de cuentas.
En términos anuales, durante el primer trimestre del año, la economía mexicana creció 0.6% (dos años antes creció 3.9% y un año antes 1.8%). Según el promedio de las 44 respuestas recibidas por el Banco de México en la encuesta de mayo a los economistas del sector privado, durante el segundo trimestre el crecimiento podría ser menos 0.30% (en 2023 fue más 3.6% y en 2024 más 1.2%), y a lo largo del tercero podría ser menos 0.41% (dos años antes, en 2023, fue más 3.5%, y un año antes, en 2024, fue 1.5%), con lo cual sumaríamos dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, y por lo tanto de recesión, definida como dos trimestres sucesivos de decrecimiento.
Lo más probable es que la economía mexicana enfrente una recesión, lo cual no quiere decir que necesariamente vaya a enfrentar una crisis económica, sobre todo si por ello entendemos recesión más fuerte repunte en la inflación, más fuerte depreciación del peso frente al dólar, más fuerte aumento en las tasas de interés, como sucedió por última vez, consecuencia del tristemente célebre error de diciembre de 1994, en 1995.
En 1994 la economía creció 4.4%, en 1995 decreció 6.1%. En 1994 la inflación fue 7.1%, en 1995 fue 52.0% (fuerte repunte). Al cierre de 1994 el tipo de cambio fue $4.94 por dólar, al cierre de 1995 fue $7.64 (fuerte depreciación). Por último, al final de 1994 la tasa de interés (Cetes a 28 días), fue 18.51%, al final de 1995 fue 48.62% (fuerte aumento).
¿Qué tuvimos en 1995? Una crisis económica: recesión más fuerte repunte en la inflación, más fuerte repunte en el tipo de cambio peso – dólar, más fuerte repunte en las tasas de interés. ¿Qué se espera para 2025? ¿Crisis económica?
Nuevamente, según el promedio de las 44 respuestas recibidas por el Banco de México en la encuesta de mayo a los economistas del sector privado, en 2025 la economía podría crecer 0.08%, menos que el 1.23% del 2024. En 2025 la inflación podría ser 3.97%, menor que el 4.21% del 2004. En 2025 el tipo de cambio podría ser, al final del año, de $20.43 por dólar, por debajo de los $20.79 del 2024. Por último, en 2025 la tasa de interés (Cetes a 28 días), podría ser, al término del año, 7.63%, por debajo del 10.04% del 2024.
De cumplirse las expectativas de los economistas encuestados por el Banco de México, en 2025 tendremos, (i) menor crecimiento con probable recesión durante el segundo y tercer trimestre; (ii) menor inflación; (iii) apreciación del peso frente al dólar; (iv) reducción en la tasa de interés. De los cuatro elementos que forman una crisis económica (recesión, fuerte repunte en la inflación, fuerte depreciación del peso frente al dólar, fuerte aumento en las tasas de interés), es probable que en este 2025 solamente tengamos uno: menor crecimiento con alta probabilidad de recesión a lo largo del segundo y tercer trimestre, ¡siempre y cuando se cumplan las expectativas de los economistas encuestados!
Qué bueno que no enfrentemos una crisis económica, qué malo que encaremos un menor crecimiento, con probabilidades de recesión, porque ello significa menor producción de bienes y servicios, menor creación de empleos y menor generación de ingresos y, por lo tanto, menos oportunidades de mayor bienestar, que debe ser el resultado de la generación personal de ingreso por medio del trabajo, no de la redistribución gubernamental del mismo.
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