El INEGI mide el crecimiento de la economía de dos maneras: por medio del Producto Interno Bruto, PIB, y a través del Indicador Global de la Actividad Económica, IGAE. Ambos miden la producción de bienes y servicios, con la que se mide el crecimiento, pero el PIB lo hace trimestralmente y el IGAE mensualmente, por lo que permite un análisis más puntual del comportamiento de la producción y del crecimiento económico.
Ya tenemos los datos de IGAE para diciembre del año pasado. Estos son los principales resultados.
En términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, en septiembre de 2022 el crecimiento de la economía fue 5.1 por ciento, el mayor para cualquier mes del año pasado. En octubre resultó menor, 4.8. En noviembre resultó nuevamente menor, 3.6. En diciembre, de nueva cuenta, resultó menor, 3.1. Sumamos tres meses consecutivos con crecimiento cada vez menor de la producción de bienes y servicios, relacionada con la creación de empleos y la generación de ingresos, y, por ello, con el bienestar.
Durante el cuarto trimestre del año pasado, según los datos de IGAE, se redujo el crecimiento de la economía (la tendencia tiene que ser la contraria), lo cual también lo confirma (no podría ser de otra manera ya que se mide lo mismo: la producción), el comportamiento del PIB: durante el tercer trimestre de 2022 el crecimiento fue 4.4 por ciento, 3.7 a lo largo del cuarto.
¿Qué habrá pasado, con el IGAE, en enero pasado? Según los datos del Indicador Oportuno de la Actividad Económica, IOAE, que estima el comportamiento del IGAE (se proyecta el futuro y, mientras no se tengan los datos observados, se estima el pasado), en enero habría crecido 2.8 por ciento, menos que el 3.1 de diciembre, por lo cual, si la estimación se confirma por el dato observado, lo cual sabremos el 24 de marzo cuando el INEGI publique el IGAE de enero, se habrían sumado cuatro meses consecutivos de crecimiento cada vez menor, y no por décimas de punto sino por puntos completos: de 5.1 en septiembre a 2.8 en enero.
Entre 1934 y 1981 el crecimiento promedio anual de la economía mexicana fue 6.17 por ciento. En 1982 perdimos, consecuencia de la Docena Trágica, los sexenios de Echeverría y López Portillo, el crecimiento elevado y sostenido, y de 1982 a 2022 el crecimiento promedio anual fue 2.10 por ciento (el mayor en 1996, 6.8, el menor en 2020, menos 8.3). Sumamos ya 41 años, de 1982 a 2022, con un crecimiento promedio anual que no da para lograr, por la vía correcta de más empleos y mayores ingresos, un mayor bienestar para el 43.9 por ciento de la población que sobrevive en condiciones de pobreza (Coneval, 2020), situación que ya no es culpa de lo que sucedió en los gobiernos de Echeverría (1970 – 1976) y López Portillo (1976 – 1982), sino de otras causas, que se sintetizan en la falta de un pleno Estado de Derecho, que en México muchas veces no pasa de ser Estado de chueco, comenzado por muchas de las barbaridades que se dicen en el capítulo económico de la Constitución, básicamente artículos 25 al 28, terminando con muchas posturas del actual gobierno frente a las inversiones directas, que son las que se destinan a la producción de bienes y servicios, como lo es la de AMLO frente a la intensión de Tesla de invertir el Nuevo León, postura del gobierno que puede sintetizarse en una palabra: unfriendlyshoring.
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