Las actividades económicas abarcan desde la producción de bienes y servicios hasta el consumo de satisfactores, siendo el consumo el fin y la producción el medio: no se puede consumir lo que no se ha producido, y la mayoría de los bienes, y la totalidad de los servicios, que requerimos para satisfacer nuestras necesidades deben producirse. Por el lado de los bienes hay excepciones, como lo es el air, con el cual satisfacemos la necesidad más apremiante que tenemos los seres humanos: respirar. Por el lado de los servicios no hay excepciones, todos deben producirse, dese los servicios bancarios hasta los servicios hospitalarios. La producción es el medio, el consumo es el fin.
Si la actividad económica terminal, la que le da sentido a todas las demás, comenzando por la producción, es el consumo, que consiste en disponer de los satisfactores para, valga la redundancia, satisfacer nuestras necesidades, es lógico que el desempeño de una economía se mida a ese nivel, el del consumo, que es el fin, y no al de la producción, que es el medio. Así medido, ¿cómo va el desempeño de la economía mexicana?
En México no tenemos, estrictamente hablando, un indicador del consumo de las personas, entendido como el uso del satisfactor para satisfacer la necesidad, pero contamos con uno, el Indicador del Consumo Privado, ICP, que nos da una buena idea de cómo anda el consumo, porque mide la compra de bienes y servicios que realizan las familias residentes en el país, excluyendo la adquisición de vivienda y objetos lujosos. Ya tenemos la información del ICP para agosto.
En términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, en agosto el ICP decreció 0.6 por ciento. Este fue su comportamiento de enero a agosto: enero, más 0.7 por ciento; febrero, menos 0.5; marzo, más 3.1; abril, más 1.1; mayo, más 0.7; junio, menos 0.8; julio, 0.0; agosto, menos 0.6. Sumamos tres meses, junio, julio y agosto, con crecimiento negativo o cero.
En términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, en agosto el ICP creció 9.6 por ciento. Este fue el comportamiento de enero a agosto: enero, menos 6.1 por ciento; febrero, menos 6.5; marzo, menos 0.6; abril, más 25.3; mayo, más 28.8; junio, más 19.0; julio, más 12.8; agosto, más 9.6. Sumamos tres meses, junio, julio y agosto, con un crecimiento cada vez menor, muestra de que el efecto rebote, que inició en abril y alcanzó su máximo impulso en mayo, se está agotando, y que las cosas vuelven a la normalidad. Por ejemplo, en 2018, antes del Efecto 4T y del Efecto Covid, el crecimiento promedio mensual del IPC fue 2.43 por ciento.
En agosto el nivel del ICP fue similar al que tuvimos en marzo de 2017, y 5.2 por ciento por debajo del máximo histórico, que alcanzamos en julio de 2019.
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