La producción de bienes y servicios, variable con la que se mide el crecimiento de la economía, relacionada con la creación de empleos (para producir alguien tiene que trabajar), y con la generación de ingresos (a quien trabaja se le paga por hacerlo), depende de las inversiones directas, que a su vez dependen de la confianza de los empresarios para invertir directamente, confianza que depende de que el gobierno genere un clima amigable para los negocios, precisamente lo que no ha hecho la 4T. Al contrario, con decisiones que van desde la cancelación del NAICM, pasando por la intención de acabar con el outsourcing, hasta llegar a la contrarreforma eléctrica, la 4T ha generado un clima hostil para los negocios, que ha disminuido la confianza de los empresarios para invertir de manera directa en el país y producir bienes y servicios, crear empleos y generar ingresos, con el impacto negativo que ello ha tenido sobre el bienestar de las familias, que depende del empleo y el ingreso.
Ya tenemos los resultados del Indicador de Confianza Empresarial para febrero, que el INEGI calcula a partir de las respuestas que dan los empresarios de la manufactura, la construcción y el comercio. Como todo índice va de cero a cien. Cero significa total desconfianza y cien confianza total.
Una de las preguntas que hace el INEGI, la más importante tratándose de un indicador de confianza empresarial, es cómo se considera el momento actual para realizar inversiones directas, para invertir para producir bienes y servicios, crear empleos y generar ingresos. En febrero el índice se ubicó en 23.0 unidades, mucho más cerca del cero (total desconfianza), que del cien (confianza total). Un mes antes, en enero, se ubicó en 22.0 puntos. Un año antes, en febrero de 2020, se ubicó en 30.2 unidades. En abril y mayo del año pasado, durante el cierre parcial de la economía, se ubicó en 12.0 y 10.8 puntos. Durante el primer bimestre de 2020 promedió 30.4 puntos. Durante el primer bimestre de 2021 el promedio fue 22.5 unidades.
La mala noticia: en febrero la confianza de los empresarios para invertir directamente en el país resultó muy baja, 23.0 puntos, más cerca del cero que del cien, más desconfianza que confianza.
La buena noticia: pese a la contrarreforma eléctrica, que deteriora todavía más el clima para hacer negocios en el país, en febrero la confianza de los empresarios para invertir directamente en el país, no sólo no bajó, sino que aumentó, al pasar de 22.0 puntos en enero a 23.0 en febrero. Habrá que ver si este aumento, marginal, pero aumento, se traduce en un crecimiento, aunque sea marginal, en las inversiones directas, algo que sabremos el 11 de mayo cuando el INEGI dé a conocer el indicador de la inversión fija bruta para febrero.
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