No necesitamos un proyecto de nación, sino una nación en la cual cada quien, respetando los derechos de los demás, y sin ayuda del gobierno, pueda intentar sacar adelante sus proyectos. Lo ideal no es el mismo proyecto para todos, que sería el de quien tuviera la fuerza para imponerlo a los demás (proyecto político), sino tantos proyectos como ciudadanos estén dispuestos a intentarlo, que serían los de quienes tuvieran la capacidad para beneficiar a los demás (proyectos económicos).
Lo único que debe imponerse a todos es el respeto a los derechos de los demás, de tal manera que la regla general de conducta sea: respetando los derechos de los demás, y asumiendo el riesgo y la responsabilidad (las dos erres inseparables de la libertad: Riesgo y Responsabilidad), haz lo que quieras.
En el ámbito económico lo anterior supone la economía de mercado en el sentido institucional del término, siendo tales aquellas en las que los derechos de los agentes económicos están plenamente reconocidos, correctamente delimitados y jurídicamente garantizados, derechos que son, por un lado, a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y para demandar, comprar y consumir, y, por el otro, a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, y sobre el ingreso necesario para poder demandar, comprar y consumir.
En una economía de mercado en el sentido institucional del término no tienen lugar los monopolios del gobierno, que violan el derecho a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder hacerlo.
En una economía de mercado en el sentido institucional del término no tienen lugar los monopolios del gobierno, en ningún sector de la actividad económica, ni siquiera en los estratégicos que, precisamente por serlo, deben estar sujetos a la disciplina de la competencia, sin olvidar que, si el gobierno puede hacerlo, mucho mejor lo puede hacer la empresa privada, sobre todo en mercados competidos, sin capitalismo de compadres.
Uno de los problemas que enfrentamos en México es que, con relación a los sectores estratégicos, comenzando por la industria de la energía, tanto por el lado del petróleo como de la electricidad, llevamos décadas dando bandazos, desde Cárdenas (petróleo) y López Mateos (electricidad), pasando por Peña Nieto (petróleo y electricidad), hasta llegar a López Obrador (principalmente electricidad), definiendo proyectos de nación y no dando forma a una nación en la cual cada quien, respetando los derechos de los demás, asumiendo riesgos y responsabilidades, y sin ayuda del gobierno, pueda intentar sacar adelante sus proyectos, que serían económicos.
Y de bandazo en bandazo no se puede, como de hecho no se ha podido.
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