La intención de modificar la Ley del Banco de México para obligarlo a comprar los dólares sobrantes de la banca comercial ha traído a la atención de muchos el tema de la autonomía del banco central, y no han faltado quienes se preguntan ¿en qué consiste y por qué es importante?
Para responder correctamente hay que tener presente lo que dice el Art. 28 constitucional, en el sentido de que “el Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración” y de que “ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financiamiento”, siendo esto último la parte más importante, pero no la única, de la autonomía del banco central.
Si el Banco de México no fuera autónomo el gobierno federal podría obligarlo a producir dinero y dárselo para que lo gaste, lo cual, por la vía de un mayor gasto gubernamental, daría como resultado una mayor demanda por bienes y servicios (una mayor demanda agregada) que, de no compensarse con una mayor oferta de bienes y servicios (una mayor oferta agregada), ya sea por medio de una mayor producción interna (Producto Interno Bruto), ya por la vía de un aumento en las importaciones netas (importaciones menos exportaciones), generaría inflación, pérdida en el poder adquisitivo del dinero, contraria a la meta de cualquier banco central que se respete: preservar (por lo menos) el poder adquisitivo del dinero, es decir, que al paso del tiempo, con la misma cantidad de dinero, se pueda comprar la misma cantidad de los mismos bienes y servicios. El problema es que aumentar la oferta agregada no es tan fácil como incrementar la demanda agregada.
Si el Banco de México no fuera autónomo la producción de dinero podrá decidirse en función de las necesidades de gasto del gobierno, que tienden al infinito, y no en términos de una meta propia de política monetaria, como lo es, según el mismo Art. 28 constitucional, “procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional”, lo cual para las autoridades monetarias implica una meta de inflación del tres por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error, lo cual es un error: un banco central no debe tener metas de inflación.
Si con el Banco de México autónomo hay meta de inflación, y si con esa meta, en lo que va del siglo XXI, se ha acumulado una inflación del 125.34 por ciento, ¿qué podría pasar si se le quita la autonomía y la producción de dinero se decide en función de las necesidades de gasto del gobierno, que tienden al infinito (véase como evoluciona, año tras año, el presupuesto de egresos de la Federación)? El repunte en la inflación podría ser considerable, con el mayor perjuicio que ello ocasiona para quienes menos ingresos generan y por eso menos tienen.
La autonomía del Banco de México hay que defenderla a capa y espada.
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