A partir del 1 de junio el gobierno estadounidense grava con aranceles la importación de acero y aluminio exportado desde México, bajo el criterio de “seguridad nacional”, lo cual quiere decir que la administración de Trump considera que el aluminio y el acero que se consume en los Estados Unidos, materias primas básicas para industrias como la automotriz, aeroespacial, eléctrica y electrónica, debe producirse en los Estados Unidos para garantizar su abasto. Una manera de avanzar hacia dicha autosuficiencia es encareciendo su importación, y eso, encarecerla, es lo que hace el arancel.
¿Quiénes salen perjudicados con la imposición de dichos aranceles? En primer lugar los consumidores estadounidenses quienes, ceteris paribus, pagarán un precio mayor por esos productos. En segundo lugar los exportadores mexicanos a quienes, ceteris paribus, el arancel, al aumentar el precio que pagará el consumidor estadounidense, les resta competitividad.
¿Cuál fue la respuesta del gobierno mexicano? La políticamente correcta pero económicamente equivocada.