Aclaraciones pertinentes

Una y otra vez escuchamos estas afirmaciones, preocupaciones, aparentemente, una de las características de la democracia: la preponderancia del ciudadano (que manda) sobre el gobernante (que obedece). Primera: “Nosotros, los ciudadanos, las pagas a los gobernantes, por lo que debemos comportar de manera honesta y eficaz”. Segunda: “Los gobernantes gastan nuestro dinero, por lo que debemos gastar de manera honesta y eficaz”, afirmaciones que, por más que se repitan, ¡y vaya que se repiten !, son falsas.

La primera afirmación puede expresarse de esta manera: “Dado que los pagos se pagan, los que salen los sueldos de los gobernantes, es la razón por la cual deben comportarse honesta y eficazmente”, momento de aclarar lo siguiente. Nosotros no pagamos impuestos, nosotros no los cobranos, por el miedo al castigo, los pagamos. Yo no le pago su sueldo a los gobernantes. A mí, cobrándome impuestos, obligándome a entregarles parte del producto de mi trabajo, me obligan a pagarles, ¡algo muy distinto!

La segunda afirmación puede expresarse de esta otra forma: “Dado que el pago es, que ese dinero es mi dinero, es el motivo de la cual es el gaste de la manera honesta y eficaz”, momento de hacer la segunda aclaración. Al pagar impuestos (y los pagos porque, bajo amenaza de castigo, nos obliga), ese dinero deja ser nuestro ser, lo que se entiende si tenemos en cuenta que el derecho de propiedad es el derecho a la libertad para usar, disfrutar y disponer de lo que es de uno, de la manera que uno más convenga, siempre y cuando no se violen los derechos de los terceros. Una vez que, en calidad de contribuyentes, hemos entregado la parte del producto de nuestro trabajo que el gobierno nos obliga a entregar, ya no podemos usar, disfrutar o disponer de esos recursos. Ya no tenemos el derecho de propiedad sobre los mismos. Ya no somos sus propietarios.

Las dos afirmaciones, “Nosotros, los ciudadanos, las páginas a los gobernantes” y “Los gobernantes gastan nuestro dinero”, “Las propias afirmaciones de la democracia”. gobernante, lo cual dista mucho de ser cierto. Nada más veamos cómo funcionan las democracias, incluídas las liberales, y nos daremos cuenta.

Con las dos afirmaciones se pretende ponerle un freno a los excesos y los defectos del quehacer gubernamental, lo que, por lo que ya está explicado, resulta imposible, razón por lo que ese freno, ¡es necesario para mantener un gobierno a raya !, debe buscarse en otro lado

Si yo les pagara a los gobernantes, su comportamiento sería otro. Si el dinero que ellos gastan fuera mío, se gastaría de otra manera.

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Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .